Para optimizar tu calidad de escucha como Líder, van 6 sugerencias simples y prácticas.

Si querés crecer como líder, podés empezar chequeando lo más importante: tu calidad de oyente.  Poniendo en práctica estos 6 tips, darás el primer paso en el camino a optimizar tu nivel de escucha y mejorar así todas tus relaciones.

1 – Observá tus pensamientos sin juzgarte.

Al hacerlo, inentá “hackear” todos los que te provoquen emociones no deseadas: ira, rencor, violencia, miedo, envidia, etc. Verás que son muchos durante el día….De hecho, la ciencia comprobó que tenemos más de 65000 pensamientos diarios, muchos de los cuales nos provocan dichas emociones de manera rutinaria. También se comprobó que muchas de tus reacciones provienen de “redes de pensamientos” de este tipo, que encadenados pueden abarrotar tu mente y no dejarte escuchar con genuino interés a los demás, lo cual te hace perder oportunidades únicas de cimentar confianza. Por otro lado,  al observar los pensamientos, descubrirás que solo vos traés a la charla o interacción esas redes de pensamientos encadenados con las emociones que te provocan.

Auto-pregunta: ¿Qué pienso exactamente en este momento? Detallar.


2  – Ajustate estrictamente a los datos concretos con los que contás.

Cuando solo te atengas a los datos concretos y comprobables, verás la cantidad enorme de “filtros mentales” con los que, entre otros efectos, das por sentadas muchas cosas que pueden ser totalmente erróneas. Tu ego intentará a toda costa valerse de cualquier dato para que tu opinión / voluntad/decisión, etc sea la única que cuenta. No lo escuches. Tendemos a inventar todo tipo de inferencias acerca de nuestras experiencias con XX, o sobre ZZ, sin ser conscientes de que estamos proyectando nuestras propias conclusiones en relación a ellas. Evitá a toda costa esta proyección en tus relaciones, inclusive si los datos concretos con los que contás son reales. Reflexioná sobre lo siguiente:

Auto-pregunta: ¿Qué datos concretos NO estoy considerando para hacer valer solamente lo que yo quiero?


3 . Testeá todos tus supuestos e inferencias “verdaderas”.

Poné atención a tus suposiciones, en especial las que considerás “verdaderas”. También a tus “fuentes confiables”, y desafialas abriéndote a la posibilidad que brinda la interrogación. Sucede muy a menudo que tratamos las suposiciones como si fuesen hechos, y evitamos considerar toda prueba que demuestre nuestro error (el ego siempre quiere tener razón) porque tomamos el reconocer que nos equivocamos como una muestra de debilidad, cuando es todo lo contrario. Por eso, te sugiero pongas más atención a los momentos en que sostenés contra viento y marea tus “teorías verdaderas” y suponés que son “rotundas”, para “hackearlas”, desafiarlas con la pregunta siguiente y evitar así conclusiones apuradas y erradas.

Auto-pregunta: ¿Qué supongo y doy como verdad sobre XX (una persona, una circunstancia, etc)?


4 – Seguí el desorden “aparente” que evoca una contestación que no «te cierra».

Cuando escuches palabras o veas gestos que te alteran, refrená tu impulso de reaccionar y seguí manteniendo tu atención en el momento presente, sintiendo todo tu cuerpo en ese instante. Percibí como surgen tus emociones y cómo reacciona tu cuerpo.  Al escuchar ciertas palabras que “nos activan” para reaccionar casi de inmediato,tenemos la tendencia a traer al presente de la conversación, recuerdos y “evidencias” pasadas que creemos confirman y aprueban nuestra reacción, aunque esté infundada o sea totalmente exagerada. Pero en vez de esto, podrías considerar todo lo que desafíe esos pensamientos.

Por ejemplo: Si estás pensando que X es de tal o cual manera por lo que dijo y que “merece” una reacción de tu parte, simplemente tomá aire profundamente varias veces, continuá manteniendo tu atención en el momento y evitá la reacción inmediata. Comenzarás de a poco a reconocer tus patrones de pensamiento/recuerdos/creencias que te llevaron a querer reaccionar, y a ver a quien dijo lo que no te gustó ( y a todos los que intervengan en la conversación) experimentando al mundo e interpretando la situación de otra forma…Probablemente caigas en la cuenta de que su percepción es totalmente diferente (ni peor ni mejor) que la tuya, por lo cual, se abre la posibilidad de que tengan razón o estén en lo cierto, y vos no. De esta forma, tu escucha será más reflexiva y apreciarás el universo de cada quien, que tal vez sea totalmente distinto al tuyo. E igual de válido.

Auto-pregunta: ¿Qué evidencias contundentes NO avalan la reacción exagerada que tuve?


5 Escuchá sin resistencia.

Reconocé la forma en la que proyectás continuamente tus opiniones infundadas y distorsiones sobre los demás. Reconocé también cada vez que querés imponer tu opinión.

Tomá nota de esas veces, llevá una especie de conteo diario…Dejá ir la resistencia a abrir el diálogo, cuando la notes. Identificá las reacciones que vos mismo/a generás, por ejemplo porque querés “hacerte valer” o porque “tenés derecho por ser líder”. Son procesos del ego que podés identificar muy bien cuando observes con atención y leas lo que vas anotando. Resistí la tentación de responder o reaccionar de inmediato. Cuando sientas que estás por reaccionar, respirá hondo un par de minutos y dejá que el momento pase. Siempre que la situación lo permita, reflexioná unos minutos antes de contestar. Porque esas reacciones impiden consolidar tus vínculos.

Y por favor, NO interrumpas…queda feo…

Auto-pregunta: ¿Estoy escuchando para entender y con la intención de ayudar/apoyar/inspirar, o solo para reaccionar/ contestar/contraatacar/defenderme/acusar/menospreciar/»corregir»?


6 – Permanecé algún tiempo en silencio, aún en la vorágine diaria.

Aprendé a aquietar tu mente, estés donde estés y hagas lo que hagas. Tu respiración consciente tiene un rol vital para calmarla. Buscá videos que la enseñen y practicala cada vez que puedas. Aquietar tu mente pone “paños fríos” en tu chateo mental que parece infinito por momentos, y te permite disfrutar de un impass de silencio para equilibrar tus emociones.

Esto permite que puedas escuchar con una mente mucho más calmada y expansiva. Tu atención incrementará, tu nivel de concentración también, y tu mente permanecerá clara y tranquila.

Auto-pregunta: ¿Desde qué estado mental estoy escuchando?

Practicando estas sugerencias sencillas, estarás dando los primeros pasos hacia tu nivel óptimo de escucha, lo cual repercutirá positivamente en todas tus relaciones.

¡Hasta la próxima! Mónica.