La insoportable levedad del liderazgo actual

Hoy les comparto el link y contenido de mi último artículo para la revista femenina internacional de negocios Visionarias, que ha sido publicado recientemente.

https://visionarias.business/la-insoportable-levedad-del-liderazgo-actual/

Uno de los problemas que más afecta actualmente a los/las líderes globales es el cambio en la forma de relacionarse con su personal, superiores, etc. Justamente, porque post pandemia, los trabajos en su mayoría se tornaron “híbridos”, es decir, gran parte del tiempo la gente trabaja en su casa y cada tanto se presenta a hacerlo personalmente en las oficinas de la empresa.

No hace falta ser una experta en psicología para reconocer que si antes de la pandemia los problemas en comunicación entre líderes y equipos eran graves y producían todo tipo de conflictos y malos entendidos, hoy el asunto es mucho peor, simplemente porque el liderazgo se vio afectado por las olas del tsunami pandémico y no reaccionó a tiempo, creyendo que “el mundo digital” sería el elixir perfecto para crear lo que por su propia naturaleza jamás podrá: mejores relaciones y como efecto, un liderazgo más fuerte, equipos autogestionables y resultados en alza sostenidos en el tiempo.

Una de las razones es biológica: existe una enorme resistencia a virar la mirada hacia aquello que se necesita cambiar para mejorar (en cualquier área) porque en el fondo nos aterra experimentar la catarata de malestares psico-físicos que irremediablemente atravesaremos al iniciar y sostener todo proceso de cambio.

Esto es así porque nuestro cerebro instintivo primitivo – primer estadio evolutivo – cree “protegernos” de estos malestares ya que su función primordial es preservar nuestra supervivencia, y por ende, nos “paraliza” o simplemente envía señales de “peligro” en forma de pensamientos recurrentes – casi siempre negativos – sobre el tema, para que ni se nos ocurra vislumbrar un camino posible de creación, es decir, de cambio.

La paradoja es que creemos que si no nos ocupamos de evolucionar, “no pasará nada”…no viviremos esta vorágine interna de emociones que nos toman por sorpresa, porque pensamos que “no hacer olas y quedarnos como estamos” nos garantizará mayor bienestar. El problema es que la neurociencia ya comprobó hace años que permanecer en nuestra “zona de confort” no solamente nos producirá la misma – o tal vez mayor – “convulsión” emocional, sino que reducirá enormemente las oportunidades de crecimiento personal y profesional, así como el desarrollo de cualquier plan, proyecto, sueño o deseo que queramos alcanzar: La evolución es inevitable y por eso, no negociable.

«Este mundo no va a cambiar a menos que estemos dispuestos a cambiar nosotros mismos». Rigoberta Menchú, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y Premio Nobel de la Paz en 1992.

Una de las ventajas competitivas más sobresalientes en la evolución del paradigma actual de liderazgo – que sigue siendo resistido por muchos – es reconocer los inmensos beneficios que aporta la mirada femenina en todo proceso de cambio, en particular, dentro de las organizaciones de cualquier tipo, tamaño y “factor RH”.

Hacer hincapié en estos aportes invaluables es vital porque es una realidad que tarde o temprano todos los líderes – varones, mujeres y del género de preferencia – deberán aceptar y aprender, dadas las condiciones de salud mental de la población post pandemia, que produjo además una disrupción impensada tanto en los estilos de trabajo, como en las formas de relacionarse, participar, crear, involucrarse, crecer, etc.

Según un informe de la Consultora Gallup International a finales de 2021, más del 60 % de la población europea sufre deterioros en su salud mental, producto de la pandemia. Ya en 2014 la Organización Panamericana de la Salud advertía que para el 2020 habría un incremento del 30 % en enfermedades mentales como el bipolarismo, el alzheimer, la depresión, etc en la población Sudamericana, especialmente juvenil. Es evidente que se quedaron muy cortos con esta proyección, a la luz de lo que sucede en Europa según Gallup. Esta realidad se sumó a la incapacidad de los líderes de empatizar con su personal, siendo estas las causas principales de la “Gran Renuncia” a puestos de trabajo, fenómeno que sigue dejando perplejas a las empresas de todo el mundo.

Algunos rasgos del liderazgo femenino que vuelcan luz a estos oscuros laberintos del management “rígido” y pobre, se reflejan en su propia naturaleza, como ya comenté en mi anterior artículo en esta misma columna de Visionarias.

Hoy quiero ir más allá, y compartir otros aspectos que indudablemente apoyan este nuevo escenario de cambios inminentes y necesarios en las organizaciones, y que atañe exclusivamente a nosotras. Porque nuestra naturaleza no está reñida con esos cambios, sino que los acompaña y sostiene, muchas veces a pesar de nuestras propias “falsas creencias”, como el pensar que permanecer en nuestras zonas de confort nos “protegerá” del riesgo de decidir cambiar (sinónimo de vivir).

Va información que ya cuenta con algunos años:

La Revista Harvard Business Review realizó una investigación exhaustiva en 2012, llamada “¿Las mujeres líderes son tan efectivas como los hombres?  para tratar de entender por qué no hay más mujeres en puestos de liderazgo, en particular en posiciones decisorias de altos mandos.

El resultado: las mujeres eran tan efectivas como los hombres al momento de liderar. Más recientemente, en 2019, la revista volvió a realizar la misma investigación y se demostró que las mujeres obtuvieron mejores puntajes que los hombres en 17 de los 19 rasgos de liderazgo propuestos por la encuesta.

Rasgos que incluyen características netamente femeninas como la inteligencia emocional – que incluye la empatía – la perseverancia, la sabiduría de sus silencios, la ambición con propósito, la posibilidad de alinearnos de acuerdo a nuestras fortalezas y una visión mucho más holística (integral – abarcativa) del impacto de nuestro nivel de comunicación y de nuestras acciones.

La perspectiva de una mujer líder es diferente porque la ciencia confirma que somos más mesuradas – equilibradas – e inclusive más neutrales que los varones en el mundo de los negocios, aunque se haya desparramado una idea totalmente diferente, como por ejemplo que nos “dejamos llevar por las emociones” en instancias de poder, y por eso NO somos “fiables”, ya que los negocios exigen personalidades “altamente racionales” (o como dice la letra de una canción de rock en mi país: “jugo de tomate frío, en las venas deberás tener”).

Pero esto, obviamente, es falso. En su reciente libro: “Dare to Lead like a Girl: How to Survive and Thrive in the Corporate Jungle”, Dalia Feldheim – ex directora de marketing en McKinsey Global- sostiene que los ejecutivos y líderes de todos los rangos, sin importar su género, pueden combatir los estragos que dejó la pandemia (altos índices de stress, confusión, hartazgo, miedos exagerados, etc), simplemente adoptando rasgos de liderazgo convencionalmente femeninos.

En un reciente artículo Dalia escribió: “La razón por la que me sentí impulsada a escribir el libro es mi propia experiencia. Durante 17 años, estuve en un estado de flujo y sentí lo que se siente trabajar con una empresa que realmente te aprecia como ser humano. Pero luego debí trabajar con un jefe que era extremadamente controlador y denigrante, y vi cómo mi desempeño disminuía porque estaba muy ocupada defendiéndome. Lamentablemente, lo que me pasó a mí es demasiado frecuente en los lugares de trabajo de hoy”.

Otro rasgo que nos distingue es que amamos la tecnología, sin permitir que el mundo digital paute nuestra vida, porque lo ponemos al servicio de mejorar nuestro networking y lo utilizamos a favor del crecimiento y la auto exploración para mejorar continuamente. Esta capacidad femenina de alinearse a una mentalidad de crecimiento sostenido, incluye el hecho de que contamos con mayores niveles de tolerancia al fracaso y al error, e integramos esto sin problema en la cultura de la que formamos parte.

También sabemos mantener la actitud positiva, esa manía de sonreír siempre (no burlonamente, sino desde las entrañas), e integramos instancias de humor en el trabajo, lo cual contagia, alegra y torna más suave la convivencia. Esto no implica que vayamos por la vida con una sonrisa de cotillón puesta cual calcomanía, o recitando frases positivas estilo mantra por acá y por allá, ni mucho menos que somos felices a tiempo completo.

Se refiere más bien a que reconocemos que cualquier obstáculo – en especial los que surgen de las interacciones diarias con el personal – se sobrelleva mejor cuando la positividad es la actitud elegida. Y también se trata de permitirnos y permitir a los demás demostrar nuestra humanidad: que las emociones surjan, que la empatía sea moneda corriente, que se genere un clima de confianza expansivo, para lo cual se requiere una cuota de coraje del que las mujeres sabemos, y mucho. De esa forma, fomentamos relaciones más duraderas y profundas.

“Para abrir nuevos caminos hay que inventar, experimentar, crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse…y también divertirse” – Mary Lou Cook , actriz estadounidense.

Grandes y exitosos líderes, como Richard Branson (CEO de Virgin Group, entre otras empresas) actúan lo que predican e incluyen el humor en su gestión: “Los clientes no son lo primero. Lo primero son tus empleados. Si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”. Estas personas no tienen ningún problema en hacer realidad lo que manifiestan, y además, demostrar los enormes beneficios que inspira en su gente un líder con buen humor. Para muestra, basta esta foto, donde se disfrazó de azafata y trabajó como tal junto a su tripulación en un avión de su aerolínea.

Hace un tiempo me entrevistaron en un programa radial cuya audiencia es en su mayoría del mundo emprendedor, y me preguntaron qué podía decirle a los líderes que estaban escuchando y que, seguramente debido a su falta de tiempo, no podían considerar o poner en práctica las sugerencias que yo había dado unos instantes atrás sobre, por ejemplo, que  deben estar al servicio de su personal, acercarse a cada miembro del equipo con humildad, inspirarlos a crecer, escucharlos atentamente, estar atentos a sus necesidades, conocerlos más, aprender sobre la realidad de sus vidas, ambiciones personales, sueños, composición familiar, gustos, etc ,

Le respondí que ese es justamente uno de los motivos que impiden el cambio de paradigma; la enorme resistencia – plasmada en excusas para reconocer la propia ineficiencia – a barajar y dar de nuevo, y aprender nuevas formas de liderar que siguen probando ser exitosas, como los modelos instaurados por líderes mujeres.

Por otro lado, muchos esgrimen que practicar la empatía con el personal – que no solo implica ponerse en lugar de los demás, sino hacerlo con genuina curiosidad de saber en qué podemos ayudar – puede “desdibujar” la autoridad del líder, porque al mostrarse vulnerable pueden verlo como alguien “débil” para cumplir su rol. Pues esto también es falso. Innumerables estudios, entre ellos los que llevó adelante Brené Brown, socióloga y escritora estadounidense, lo desmienten rotundamente, afirmando que abrazar la imperfección y la vulnerabilidad son rasgos de gran dignidad de parte de los líderes, y que sin ellos no será posible poner en práctica una dinámica relacional sana, valiosa e inclusiva: así lo sostiene en sus dos libros imperdibles: “Dare to lead: Brave work. Tough conversations. Whole Hearts” y “El poder de ser vulnerable” en idioma Español.

En definitiva, estamos ante un punto crítico y de inflexión, donde las preguntas surgen y golpean, pero la oportunidad no puede dejarse pasar, ya que dependemos todos de que aprendamos a hacer las cosas un poco mejor cada día. Suena naif, lo sé, pero es tan real como la mismísima realidad que hoy por hoy no nos da respiro.

Si el mundo del management global se toma en serio esta oleada de renuncias masivas y el impacto que dejó la pandemia en la salud mental, realiza un insight profundo y comienza a asimilar aprendizajes que mejoren su performance, las mujeres líderes podemos señalar el camino y de hecho, debemos hacerlo. Creando instancias que apoyen a quienes sean responsables de personal en cualquier parte del mundo, capacitando y enseñando que “lo femenino” en los negocios es hoy más que nunca no solamente necesario, sino absolutamente imprescindible.

Porque después de todo, como decía Anais…

“La vida se reduce o se expande en proporción directa a nuestro coraje.” Anais Nin, escritora franco-norteamericana. (1903– 1977

Liderazgo femenino: elegancia efectiva en contextos de crisis

En el mes de Abril de 2022, la revista española femenina de negocios Visionarias, creada y dirigida por mujeres, publicó mi artículo «Liderazgo femenino: elegancia efectiva en contextos de crisis».

Comparto el link y el contenido del mismo a continuación.

Cuerpo del artículo:

“El éxito es como llegar a ese cumpleaños tan esperado, y descubrir que sigues siendo exactamente la misma persona”.  Audrey Hepburn.

Les confieso algo de entrada: este artículo fue escrito con mucho amor hacia las mujeres líderes que pueblan “Visionarias” y hacia cualquier persona que llegue a sus páginas. Por eso va una aclaración importante: mi intención no es alimentar una “guerra” inútil con los líderes varones desde el enunciado del título. Nada más alejado. ¿No es suficiente con la que se desató de repente y sin sentido, afectando la vida de miles de personas? Creo firmemente en la convivencia basada en el respeto entre mujeres y hombres en el ámbito laboral y en cualquier otro. Cuando hablo de liderazgo femenino, me refiero a todas las personas que, siendo mujeres biológicamente, o sintiéndose mujeres, o eligiendo esa sexualidad en cualquier momento de su existencia, han adoptado el camino emprendedor como forma de vida y han integrado virtudes como la elegancia al momento de liderar, en especial en escenarios de crisis mundial, como el actual (y tantos otros que fueron y serán).

Surge entonces la pregunta obvia: ¿Qué significa liderar con elegancia efectiva y por qué las mujeres líderes en su mayoría cuentan con esta magnífica capacidad?

Como seguramente ya adivinaron, el término “elegancia” en este caso no tiene nada que ver con la vestimenta o la moda…sino con una actitud practicada con perseverancia en el día a día de la gestión, cuyas virtudes y resultados son innegables, y que en breve pasaré a comentarles.

Es sabido que “crisis es oportunidad”, y aunque la frase sea por demás trillada, encierra una verdad insoslayable: ante ella podemos optar por dos “respuestas”: crecer, es decir, aceptarla, observarla, pensar alternativas o posibilidades y aprender de ella, o estancarnos, o sea negarla, hacer de cuenta que “no existe”, seguir nuestro camino “como si nada” aunque sus señales sean contundentes, mentirnos a nosotras mismas, porque después de todo “las cosas hay que seguir haciéndolas para generar resultados”, etc. Entonces, dependiendo del lugar donde “estemos paradas”, podremos tanto empoderarnos y a nuestra gente, como desmoronarnos y dejarnos abrumar por los coletazos que toda crisis siempre, irremediablemente, repartirá.

Y aquí es donde el liderazgo femenino toma la vanguardia: la mujer que lidera y decide crecer, es un referente imprescindible, un espejo donde muchas podemos mirarnos y a la vez reconocernos. Un ejemplo a seguir…

En mi experiencia como NeuroCoach transformacional, he podido observar durante años que somos las mujeres, en gran mayoría, quienes tomamos las riendas de cualquier “asunto” por más oscuro que parezca, y como verdaderas artesanas relacionales, vamos tiñendo de luz cada “problema”, desafío, desacuerdo, etc.

Esto tiene una razón biológica: estamos “cableadas” neurológicamente para reconocer y aceptar nuestro mundo emocional, interno, íntimo, misterioso y sublime, y ponerlo al servicio de la construcción de “puentes” – relaciones – que unen mundos y plasman bienestar y entusiasmo. Y también tiene una razón lógica: históricamente nos costó mucha sangre, sudor y lágrimas llegar a puestos de poder, y ahora podemos desplegar esas virtudes que tanto le hacen falta al mundo con total naturalidad.

Este despliegue les cuesta mucho más a la mayoría de los varones líderes. Ellos se orientan y focalizan en lograr los resultados – y en eso debemos admirarlos – son claros “goal oriented” y, salvo en casos verdaderamente excepcionales, no le dan importancia a valores que nosotras consideramos fundacionales en toda relación humana, en particular cuando asumimos la responsabilidad de liderar personas.

Valores como la tolerancia, la paciencia y la humildad, por nombrar solo tres, indispensables desde siempre para invitar a la gente a navegar la aventura de los cambios, siempre necesarios, contagiarlos del ánimo de co-crear otras posibilidades, animarlos a confiar en sus capacidades para atravesar cualquier crisis, afianzando lazos y saliendo mucho más fortalecidos de la “prueba”.

Las mujeres líderes gestionamos con elegancia por la simple razón de que nuestros modelos no son tan agresivos ni únicamente orientados a resultados como los modelos masculinos. Nuestra mirada es holística, porque integra, abarca y significa mucho más que una estrategia de mercado o el cumplimiento de unas metas, y muchísimo más que un plan de negocios “exitoso”.

En líneas generales y salvo excepciones, las virtudes con las que lideramos nos definen como:

Restauradoras: estaremos siempre dispuestas a tener un diálogo reparador, y nos mantenemos en todo momento a una conversación de distancia de cualquier conflicto que haya surgido.

Mediadoras: solemos intervenir cuando hace falta para escuchar todas las “campanas” con la intención de reconciliar partes.

Reflexivas: nos tomamos el tiempo necesario y “rumiamos” cada decisión, en especial cuando necesitamos tomarla “con urgencia”.

Compasivas: la inteligencia emocional es nuestro sello de “fábrica”: sabemos escuchar, entender y disculpar sin necesidad de  “preámbulos” ni demasiadas vueltas.

Creativas e imaginativas: vivimos haciendo hincapié en que todo puede ser/hacerse diferente y mejor, y buscamos con quienes lideramos, espacios de interacción donde reine el diálogo y la tormenta de ideas, para seguir creando y creciendo juntos.

Alegres: nos gusta mucho vibrar en esta frecuencia. Hacemos todo lo que podemos para que también los demás gusten compartir momentos de alegría y humor cotidianos. La neurociencia avala con miles de estudios que la alegría en el trabajo es factor clave de alto desempeño.

Intuitivas: aprendimos a lo largo del camino a honrar, escuchar y prestarle mucha atención a esta voz presente en nuestro espíritu. Por no hacerlo, muchas veces experimentamos la frustración y nos arrepentimos.

En síntesis: hemos perfeccionado el arte de ser, como diría Maya Angelou, verdaderos “arco iris” en la “nube” de los otros. Trabajamos como verdaderas “amortiguadoras” de todo tipo de dolores emocionales. Somos unificadoras de mundos, sanadoras y hasta guías amorosas cuando la situación así lo requiere. Y hoy en día se requiere muchas más veces de las que quisiéramos reconocer.

La dinámica relacional más acorde con nuestra naturaleza y que nos interesa crear y mantener es rica y trascendente. Rica porque nutre a los demás mientras nos nutre. Trascendente porque no encaramos ningún negocio que no contemple la puesta en práctica, respeto y sistematización de las mal llamadas “habilidades blandas” como premisa básica de nuestra gestión.

Porque decididamente somos expertas en forjar estilos de comunicación que si bien no están exentos de límites (todo buen líder debe aprender a ponerlos bien temprano y a respetarlos cuando la ocasión lo requiera), están basados en valores humanos universales que encarnamos, a veces contra viento y marea, para dar el ejemplo.

Tal vez una manera de terminar este artículo sea concluir que a ninguna líder mujer “se le caen los anillos” si se equivoca…porque tenemos la humildad de reconocer errores, caer, lastimarnos tal vez, pero volver a levantarnos cada vez con mayor fuerza, mirándonos al espejo y si es preciso, pasándonos el peine y maquillándonos.

De ahí nuestra elegancia efectiva, nuestro verdadero poder, nuestras misiones y nuestros logros.

Ah, por cierto, casi me olvido…Además, y como si todo esto fuera poco, contamos con la invaluable y maravillosa cualidad de NO ser para nada perfectas… ¡Gracias al Cielo!

                                                                  Mónica M. Arias – 27-4-22

Hablar en público es fácil con Oratoria Creativa

Hablar en público es un conocimiento que, una vez adquirido, aumenta las posibilidades de crecimiento personal, laboral y profesional.

Se escucha por ahí…

«Cuando estoy frente a la audiencia, me congelo, necesito urgente perder el miedo y aprender a hablar en público con naturalidad por mi trabajo/obligaciones profesionales, etc».

«Tengo terror de olvidar qué decir en una presentación laboral con mi jefe/a o cualquier persona con autoridad delante»

«De solo pensar que alguien pueda interrumpirme mientras estoy disertando, mi corazón empieza a palpitar muy fuerte y ya no puedo continuar siquiera pensando en hablar en público».

«Me muero de miedo de estar parado/a ante cualquier audiencia, así sea una sola persona, o gente conocida. Si tuviese que hablar a quienes apenas conozco no sería capaz de hacerlo»

«Soy disertante y tengo años de experiencia, aunque confieso nunca utilicé la creatividad para armar mis presentaciones, me parece una forma original de complementar mi trabajo».

«No tengo idea de por donde debería empezar a armar mi charla/seminario, presentación de negocios, defensa de mi tesis, etc. De tan solo pensarlo, decido dejarlo para último momento y no puedo dejar de procrastinar»

«Cuando sé que me toca dar una presentación, taller o charla, me descompongo, literalmente,  y estoy enfermo/a de ansiedad por lo menos una semana antes, con síntomas que van desde migrañas hasta náuseas interminables»

«¿Y si me interrumpen mientras estoy disertando?¿Cómo retomo el guión de lo que estaba diciendo sin ponerme nerviosa? Ni loca me juego a pasar semejante papelón!!!»

«Creo que podría muy bien hablar frente a mi audiencia, porque lidero un equipo sólido y he logrado su confianza. Sin embargo, sé que puedo mejorar mucho mi performance…por eso me gustaría continuar mi aprendizaje como disertante».

¿Te sentís identificado/a con algunas de estas frases?

¡¡¡No estás solo/a!!!

Te preguntarás…¿Porque hablar en público provoca tanto terror?

Porque estar frente a una audiencia nos expone, y los seres humanos somos vulnerables ante la mirada, juicios y atención de los demás.

Sin embargo, es cuando aprendemos a dominar nuestra mente y a hablar desde nuestra Esencia que todo cambia, porque comenzamos a conectar emocionalmente…

La mirada u opinión ajena, las críticas e interrupciones dejan de ser relevantes, y se apodera de nosotros una inmensa alegría interior.

Eso sí: recordá la regla de oro: NADIE es perfecto. 

No existen, por lo tanto, las disertaciones o los/las disertantes de ese tenor.

Pero por supuesto, podemos trabajar para lograr la Excelencia (que NO es lo mismo que la perfección)

En efecto, podés convertirte en un/a orador creativo brillante, capaz de honrar tus imperfecciones sin auto-flagelarte, y así transmitir con convicción y entusiasmo tus mensajes, valiéndote de tu impronta creativa, que es ÚNICA.

Proponete este año aprender una de las habilidades que más puertas te abrirán en tu carrera o profesión, y que te brindará enormes satisfacciones, aquí y en cualquier parte del mundo: Oratoria Creativa.

¡No te postergues más! Escribime a contacto@monica-arias.com y empecemos hoy mismo el Curso «Magnetizando Audiencias», de Oratoria Creativa!

Hablemos de «sustentabilidad emocional»…

En Junio de 2017, fui invitada a participar del programa radial «Basta de Excusas», de Susana Abelson, donde hablé de la importancia del mundo emocional en las empresas, y en particular, en el desarrollo de un liderazgo basado en el nuevo paradigma del management, que las incluye indefectiblemente en todas las culturas organizacionales exitosas del mundo.

A continuación, te invito a escuchar el audio del programa…