Fusión de alegría y significado: cuarta clave de una Cultura Comercial Unificada.

La alegría es la fuerza de transformación positiva más poderosa dentro de una organización o empresa. Si esta afirmación no te “cierra” todavía, tenés un largo camino a recorrer en tu crecimiento como líder. Una vez hayas alineado a tu empresa en la diversidad e inclusión, que la confianza entre todos sea continua y hayan derrotado juntos al “radio-pasillo”, están en condiciones de explorar el cuarto paso hacia la cultura comercial unificada:  las mil y una formas distintas de darle significado a las tareas diarias, de compartir, producir y convivir con alegría.

Crear un ambiente alegre, donde a tu gente le guste trabajar, y generar la cultura del cuidado, el respeto y la unión es posible con decisión, coraje y práctica. Esta tarea forma parte de tu responsabilidad, no podés delegarla ni esperar que se forme “como por arte de magia”.  Tu empresa puede contagiar entusiasmo a través del significado que le atribuye a su visión y misión. Es lo que hará que sea o no atractiva para las personas que se unirán en pos de logros compartidos, sean o no económicos, siempre que estén enraizados en valores que encarnen tanto la empresa como todos sus integrantes.

Zig Ziglar (1926-2012), autor y motivador de líderes, solía pedirle a su audiencia (la mayoría compuesta por CEOs, Presidentes, Directores, Gerentes Generales, etc) que nombraran en voz alta los valores de la empresa que cada quien representaba, y los anotaba en un pizarrón. Luego les preguntaba si ellos verdaderamente creían y encarnaban esos valores en su gestión. Era asombroso, según Ziglar comentara posteriormente, verificar que la mayoría de ellos se sinceraban y confesaban estar bastante lejos de los valores promocionados por la compañía que lideraban. También les pedía lo mismo con las características que buscaban en sus empleados “estrella” o “mejores talentos”.

Los líderes “tiraban” palabras como: honestidad, actitud positiva, colaboración, formación, productividad, empatía, compromiso, capacidad de adaptación, responsabilidad, escucha con atención, auto-gestión, respeto, solidaridad, iniciativa, innovación, creatividad, confianza, lealtad, tolerancia, etc. Los resultados eran casi siempre los mismos: el 70 % de los valores que enumeraba pertenecían al orden de la personalidad, y solo 30 % al orden de los conocimientos. Quiere decir que los valores que se busca en los empleados en su mayoría no están asociados a su formación, conocimientos, títulos o experiencia (que es lo que usualmente aparece en las descripciones o avisos de empleo) sino a las aptitudes personales y características de la personalidad. Estilos también llamados “intangibles”, aunque absolutamente imprescindibles para crear una atmósfera de trabajo que además de ser alegre, imprima alto valor y confianza en las relaciones. Este es un ejercicio que sigue estando vigente y que podés aplicar perfectamente con tus equipos como práctica de interacción frecuente y mayor conocimiento entre todos: averiguar en qué medida se cumplen o no los valores de la compañía en la práctica del día a día.

La felicidad en el trabajo ya no es un mito ni una moda. Es, como lo sostiene la consultora Gallup International: “una necesidad imperiosa en el escenario actual”. Udemy, la universidad online, coincide y agrega que, en especial la generación Millennials, “está dispuesta a recibir sueldos menores a la media, siempre que la Misión y Visión de una compañía estén de acuerdo con sus valores y principios». (62 % de los entrevistados).

Por su parte, la Universidad de Standford, en EEUU, realizó en el año 2015 una investigación entre sus alumnos del campus en colaboración con varias empresas de tecnología, entre ellas, Microsoft. La encuesta pedía que los alumnos (empleados y pasantes en dichas empresas) identificaran cuáles eran los motivos principales por los cuales se mostraban felices de pertenecer a su staff.  Los resultados fueron contundentes: el 90% del universo reportado coincidió en brindar las siguientes diez respuestas:

  1. Me alentó y capacitó continuamente para crecer.
  2. Siempre tuvo tiempo para mí a pesar de estar muy ocupado/a y me escuchó muy atentamente
  3. Nunca me juzgó ni me hizo sentir mal delante de otros.
  4. Entendió claramente mis necesidades cada vez que interactuamos.
  5. Me ayudó a encontrar juntos soluciones a problemas y despejó mi mente de miedos infundados.
  6. Perdonó mis errores y me apoyó e instruyó para que evitara cometerlos de nuevo.
  7. Nos alentó a usar el humor aún en situaciones difíciles o ante conflictos.
  8. Me hizo sentir importante como persona y reconoció mis esfuerzos.
  9. Me hizo sentir una “pieza” muy valiosa en el engranaje de la empresa.
  10. Me persuadió de que sin dejar de lado la alegría, entre todos lograríamos excelentes resultados

    Auto-pregunta ¿Cuántos de estos puntos pongo en práctica usualmente con mi personal?

    Los equipos alegres se auto-motivan, generan diálogos e intercambios profundos y creativos, son altamente responsables, muestran mayor compromiso en sus tareas y mantienen un nivel alto de productividad, en particular cuando la cultura de la empresa y sus líderes les demuestran con hechos la coherencia entre  su  razón de ser y sus valores personales. Los equipos felices de trabajar en un lugar determinado se cuidan y conocen en las buenas y en las malas, tal como una familia. Se empoderan unos a otros y aprenden a llevar sus diferencias al terreno del diálogo con sus superiores y entre pares.

¿Cuál de estos ambientes se respira en tu empresa?

Restrictivo – Características

Miedo – Control obsesivo – Desconfianza – Conformismo – Intriga (envidias, radio pasillo, etc) – Exento de significado – Prejuicioso – Inflexible. Causal de productividad inestable – Serio.

Expansivo – Características

Reconocimiento y apoyo. Crecimiento, expansión, sinergia. Significado que trasciende la meta económica. Participación – Diálogo. Diversidad – Inclusión. Entorno de aprendizaje Responsable – Productivo Valores compartidos. Productividad continua en alza. Alegría compartida entre todos.

Muchos siguen creyendo que formar una empresa equivale a tener en mente una serie de productos o servicios para cubrir necesidades a diferentes targets, y luego planificar metas que les permitan “conseguir cosas”: dinero y bienes, en primer lugar, y también objetos de deseo: viajes, artículos de lujo, etc. Sin embargo, este concepto de empresa es obsoleto, pertenece al viejo paradigma, donde el negocio se constituía para lograr la ansiada meta económica “maximizando el capital y los recursos”.

Todo esto quedó atrás. Hoy es necesario revisar el estado de tu ambiente laboral y si hace falta, trabajar conscientemente en transformarlo. Es necesario mirar de frente tu estilo de gestión y al ambiente en que liderás, preguntarte día a día qué estás haciendo para servirle mejor a tu gente…(Por si te quedaban dudas, si sos Líder, tenés la función primordial de Servir).

Servir es la regla de Oro del nuevo paradigma. ¿Por qué se hace tan difícil? Una de las razones es que nuestros cerebros se comunican sin que emitamos una sola palabra. Lo que pensamos, de nosotros y los otros, no lo vemos pero lo percibimos. Esta percepción se “agranda” con el tiempo y genera todo tipo de fantasías e historias (cultura “tóxica”). El problema es que en general esas percepciones arraigadas en miedos, fobias y comunicación nociva, suelen ser erróneas. Todos tenemos un cerebro en gran medida lleno de prejuicios, y cuando no aprendemos a desentrañar los miedos, solemos abrir juicios de valor que confunden, paralizan y no ayudan a crear y cimentar la confianza necesaria en vínculos decisivos como son los laborales.

La calidad de las relaciones que entables con tus equipos, sea personal o virtualmente, está signada positiva o negativamente por el nivel de confianza, significado y alegría que pueda demostrar cada persona con sus pares, superiores e inclusive con los clientes de la empresa, si está en una posición que lo requiera.

A mayor confianza, mayor expresividad de momentos de alegría para compartir y por ende, mayor despliegue de interacciones fecundas, donde el miedo desaparece, porque el foco está puesto en el placer de compartir esos momentos, celebrando las diferencias y los aportes de todos.

De esa forma, la cultura comercial comienza a perfilar una solidez y unidad antes nunca imaginada, pero siempre bienvenida.

Hasta la próxima! Mónica

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