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Gerencia Colaborativa

Desde hace varios años, crear y consolidar equipos colaborativos, ágiles y comprometidos es el enfoque masivo más importante en prácticamente todas las industrias del mundo. Sin embargo, en varias encuestas globales sobre tendencias de Capital Humano durante 2019, se supo que solamente alrededor del 7% de los líderes en empresas de todo tamaño se sintieron listos para iniciar un cambio en sus equipos.

En la actualidad, y a medida que seguimos lidiando con todos los problemas causados ​​por el Covid.19 en nuestra salud psico-física, debemos sumar además la incertidumbre económica y laboral que trajo aparejadas nuevas formas de relacionarnos y de entablar negocios.

Por eso, para generar propósitos evolutivos en las organizaciones es preciso reorganizarse y evitar paradigmas de liderazgo obsoletos, ya que fomentar la colaboración en los equipos es absolutamente esencial para lograr alto rendimiento.

Porque, si hace tres años atrás, la mayoría de los líderes no estaban preparados para centrar su liderazgo en la colaboración, ¿se imaginan cómo es hoy el escenario post pandemia, con los nuevos índices de deterioro en la salud mental, los cierres de empresas, el trabajo remoto e híbrido y la realidad de que los líderes no saben cómo enfrentar el desafío de lidiar con los problemas relacionales diarios?

Es cierto que iniciar cambios en una cultura organizacional no siempre es sencillo, porque todo nuevo aprendizaje implica un esfuerzo y además provoca incomodidades de variada índole. Pero reconocer que sin esos cambios no hay espacio presente ni habrá futuro para esa organización es un ejercicio de auto-reflexión insoslayable para cualquier líder, en cualquier lugar del planeta.

Una forma de acompañar la decisión de cambio es incrementar los diálogos en todo el entramado social de la empresa.

Los beneficios no tardarán en reflejarse y podrán medirse fácilmente: aumento del compromiso en las tareas, empleados más entusiasmados, incremento del orgullo de pertenencia, menores índices de stress y sus derivados, mayor creatividad individual y grupal, etc.

El resultado de este simple cambio producirá beneficios colaterales: las empresas fidelizarán a su fuerza laboral, y esto reducirá enormemente sus costos en reemplazar empleados y aumentará su prestigio, porque la mayoría de los competidores aún siguen creyendo que la “culpa” la tienen las nuevas generaciones por “irresponsables”,  el Covid-19 que ”los tomó por sorpresa” y mil otras cuestiones (excusas).

Los líderes están parados hoy ante un cruce de caminos: elegir el más conocido tal vez produzca resultados al principio, pero no a largo plazo. Si verdaderamente desean lograr equipos colaborativos, es necesario que elijan el camino desconocido, no transitado y tal vez más largo, que pondrá en jaque todas sus inseguridades y expondrá los problemas relacionales que es preciso enfrentar y sanear.

Ese es el único camino seguro para lograr un ambiente laboral estable y alegre, donde el personal desee desarrollarse, compartir, y crecer de manera sostenida (pasaje del “Yo” al “Nosotros”).

Cuando esto ocurre, y como en una ecuación matemática perfecta, los líderes gestionan mejor, los equipos colaboran, y los resultados positivos crecen y se consolidan en el tiempo.

¿Quieres aprender a dialogar con tus equipos y crear una cultura colaborativa? Envíame un email a  contacto@monica-arias.com y agendamos un encuentro.

Nada cambia si nada cambia

Sin misteriosos ni complicados sistemas. Proponete co-crear y cambiar tu Cultura laboral y hacela realidad.

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El bienestar laboral como indicador de éxito en cualquier organización.

Existe una tendencia e interés en aumento de parte de las organizaciones y empresas globales en invertir en entrenamientos y acciones que generen bienestar laboral y mayor valor en las relaciones dentro y fuera del tejido social que las componen. Estamos en la era digital, y es natural que comiencen equipándose con los adelantos que les sirven para lograr, en especial, sus metas económicas. Sin embargo, muchos líderes comenzaron a darse cuenta del error que supone pensar – y actuar – como si esto último fuese lo más importante para lograr dichos objetivos.

Este error se observa en las encuestas e informes de las Consultoras más importantes del mundo,  y les está cobrando tiempo, dinero, recursos, renuncias masivas de empleados, sinsabores, altos índices de stress (síndrome burnout)  y continuos dolores de cabeza, tanto a los altos ejecutivos como a los dueños de empresas que no tomaron en cuenta el factor humano al “aggiornarse”.

Este no es un problema menor. Porque invertir en tecnología para vincular clientes internos y externos es magnífico, siempre y cuando la Cultura de la organización o empresa que instaure este cambio esté en sintonía, es decir, sea coherente con el desplegar de dicho cambio y sus miembros la nutran apoyando a sus líderes.

Si las personas no la pasan bien en sus trabajos, si no son escuchadas, o se sienten simples “medios” para un fin que además no es propio…Si reciben maltratos de cualquier tipo (la violencia tiene muchos estadíos, por ejemplo, la desconsideración y el ignorar o “ningunear” a uno o varios miembros del equipo son solo dos ejemplos) se desprende que la Cultura en la que trabajan no es favorable, ni para ellos ni para lograr los resultados que la alta gerencia se haya propuesto.

La Neurociencia confirmó hace más de una década que es vital para las personas percibir valor en sus ambientes laborales y sentir un estado de bienestar donde la alegría compartida no sea señalada como comportamiento “extraño” o “para corregir”. Sin embargo, en la realidad esto dista mucho de ser una constante: las empresas siguen padeciendo de “seriedad serial”, fruto de paradigmas obsoletos en materia de Management, y todavía se resisten a moverse hacia un mayor bienestar.

¿Qué sucede? ¿Por qué no se priorizan, además de los avances tecnológicos, las prácticas humanas que valoren y conecten emocionalmente a las personas en el trabajo, como por ejemplo el diálogo, la inclusión, la instauración del humor y otros tantas prácticas que brindan enormes beneficios a la mente, cuerpo y alma tal como la ciencia lo sostiene desde hace años?

Las respuestas que se escuchan no convencen a nadie. Van desde: “Invertir en “soft-skills” (conocimientos mal llamados “blandos”) es poner dinero en lo que no se ve ni puede medirse” (lo cual es es falso), hasta “no podemos darnos el lujo de hacer grandes cambios en este momento”.

Bueno, esta última respuesta agranda el problema como una bola de nieve que rueda libre por la ladera de una montaña. Porque si no “es el momento” quizá sea porque no estás alcanzando los resultados que te propusiste. Y si esto es así, tu Cultura organizacional tiene grietas comunicacionales muy serias. Mejor reconocer esta verdad más temprano, para ponerte a trabajar en lo que la trasmutará positivamente, para bien de todos y también en virtud de alcanzar resultados de excelencia (que exceden las metas económicas).

También hay quienes se aventuraron a iniciar un cambio cultural, pero no tuvieron la constancia suficiente para solidificarlo: sus líderes continuaron aferrados a viejos estilos de gestión, lo cual derivó en una vuelta hacia atrás que trajo más dudas que certezas sobre las acciones necesarias para lograr ese cambio.

Por otro lado, las empresas y organizaciones en general exigen resultados inmediatos, cambios drásticos positivos, cuando por años se aferraron a culturas incoherentes, no alineadas con la Visión que ostentan en sus campañas de marketing, y por lo tanto no están en condiciones de exigir milagros. La realidad es que solo podrán verificar con claridad los resultados positivos si están dispuestas a transitar el proceso del cambio y sostener la nueva cultura que surja contra viento y marea, y por qué no decirlo, contra sus propias profecías. Este problema “in crescendo” depende solo de una cosa: la toma de consciencia real de su existencia de parte de los ejecutivos, líderes, y toda persona que tiene otras a su cargo, en cualquier empresa u organización.

Las siguientes sugerencias apuntalan el comienzo del cambio que tu Cultura probablemente necesite para promover mayor bienestar, alegría y confianza en tu trabajo:

1 – Decidí contratar ayuda externa ya mismo.

Se trate de una persona o un equipo que te aporte miradas diferentes a las tuyas sobre lo que esté pasando dentro de tu organización, y pueda ayudarte a identificar grietas y dificultades en la comunicación que no ayudan a mantener un buen clima entre tu gente.

2 – Hacé todo lo posible por acercarte con interés a cada uno de tus empleados:

¿Sabés qué les sucede, puertas afuera de la empresa?

¿Conocés sus valores, deseos, anhelos, ambiciones?

¿Tenés idea de cómo está conformado su entorno familiar?

¿Cuánto hace que no enviás un reconocimiento grupal (o personal) por una labor bien hecha?

¿Sos consciente de que todo problema humano tiene raigambre emocional y puede solucionarse si estás dispuesto a indagar en ese mundo?

3 – Cambiá tu mentalidad actual, y elegí poner en primer plano tu poder de escucha intencional:

Cuando escuches con intención de entender y aprender de tus equipos, estarás forjando mayor confianza de parte de ellos. Porque a nadie le gusta ser ignorado, y mucho menos notar que “lo escuchan pero no están presentes” al hacerlo.

La escucha intencional se logra cuando se tiene consciencia de que al interactuar con otros, el foco, es decir, toda la atención, se debe poner en los demás, ellos son los que saben más que nadie sobre ellos mismos, y están dispuestos a enseñarte si los escuchás atentamente y con humildad.

La alegría en el trabajo es un motor de satisfacción, motivación compartida y productividad personal y grupal sostenidas. Genera ambientes laborales más livianos y menos asfixiantes. Produce conexión emocional directa y alienta la motivación personal y grupal de forma natural y simple.

Ponela en práctica, será un antes y un después en tus resultados.

Si precisás cambiar tu Cultura Organizacional y no sabés por donde empezar, escribime a contacto@monica-arias.com y coordinamos una conversación vía zoom para conocerte y explorar si puedo serte de ayuda.

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Las mías son:

Liderando Millennials y Generación Z: 8 No negociables.

En la siguiente infografía, comparto los 8 NO legociables que estas dos jóvenes generaciones acuerdan compartir a la hora de pertenecer a una organización/empresa/institución, y desear seguir haciéndolo.

Dale un vistazo, tomá nota y actuá!

Liderando Millenials y Generación Z – 8 NO negociables.