La felicidad…es cosa seria! Segunda parte

Sabías que la decisión de ser feliz es solo tuya, sin importar tus circunstancias? Y que la ciencia avala los beneficios de esa elección? Comparto la segunda parte del artículo “La Felicidad….es cosa seria!” con traducción libre de una porción del Capítulo V del informe Mundial sobre la Felicidad 2015: “La neurociencia de la Felicidad”-

Saboreando las bases neuronales de mantener la emoción positiva. El bienestar psicológico puede predecirse por la activación del estriado ventral entre ensayos, en respuesta a las imágenes positivas.

El primer indicio de que las bases neuronales de sostenimiento de la felicidad en el tiempo podría ser distinto de aquella obtenida a corto plazo por una emoción positiva, resultó de estudios realizados en pacientes con depresión. Se investigó si los pacientes deprimidos mostraban el patrón típico de la activación en respuesta a estímulos positivos. Utilizando un método de análisis convencional, en principio no se pudieron detectar diferencias importantes en la activación del cerebro relacionada con la región de la recompensa entre los pacientes clínicamente deprimidos y los no deprimidos.

No obstante, con el tiempo y diversos ensayos de este experimento, las diferencias se hicieron evidentes: los pacientes deprimidos mostraron una respuesta muy similar durante los primeros ensayos, pero a medida que el experimento avanzaba, y a través de presentaciones de estímulos positivos, los controles de activación sostenida en el núcleo accumbens a través del tiempo (entre ensayos) fueron mayores en pacientes no deprimidos, mientras que fueron nulos en los pacientes deprimidos. El núcleo accumbens es un conjunto de neuronas en el cuerpo estriado ventral comúnmente asociado a las emociones derivadas del placer (ej: risa), del afecto positivo o del circuito premio – recompensa (adicciones, agresiones)

Otro estudio proporcionó una primera evidencia experimental fuerte: los correlatos neuronales de saborear la capacidad de mantener la emoción positiva en el tiempo se asocian con la activación sostenida del estriado ventral y con la conectividad sostenida entre las regiones de la corteza pre-frontal y el estriado ventral. Se realizaron además, estudios – muestra en grandes comunidades, donde se examinaron las diferencias en la activación sostenida del estriado ventral y el bienestar psicológico. Encontramos que los individuos con niveles más altos de activación sostenida entre los ensayos en respuesta a imágenes positivas reportaron mayores niveles de bienestar psicológico. (fig. 5.1)

FIG5.1

Además, encontramos un patrón similar en la corteza pre-frontal dorso-lateral, una región a menudo involucrada en el trabajo de la memoria y la atención, pero también activa cuando una persona está regulando su emoción. (Figura 5.2)

FIG5.2

Nos fijamos luego en la relación entre la actividad en estas regiones del cerebro y los niveles de cortisol de un individuo durante el día. El cortisol (neuro-transmisor) puede ser entendido como una medida de respuesta al stress en el cuerpo, con cantidades más altas sobre el curso del día que indican mayores señales de stress. Los participantes con mayor activación sostenida tanto en el estriado ventral como en la región pre-frontal dorso-lateral, tenían menores niveles de cortisol, lo cual sugiere menor activación a la respuesta del cuerpo al stress. (Fibura 5.3)

FIG5.3

Estos hallazgos indican que las pistas iniciales a partir de estudios con pacientes deprimidos pueden generalizarse a individuos sanos, y también indican que la activación sostenida a través del tiempo en respuesta a incentivos positivos en el estriado ventral y la corteza pre-frontal dorso-lateral predice bienestar psicológico, una forma de felicidad sostenida que puede no depender directamente de circunstancias externas.

 

Correlatos neuronales de la Empatía y el Altruismo

Un precursor del comportamiento y desarrollo pro-social es activar la empatía, o capacidad del individuo de reconocer, comprender y compartir las emociones de otro/s.

La neurociencia de la empatía está en sus estadíos iniciales, pero una cosa es muy clara: muchas de las regiones del cerebro involucradas en la empatía son las mismas que aquellas involucradas con las experiencias de nuestras propias emociones. Por ejemplo: cuando las personas observan a otras que han sido expuestas a estímulos dolorosos, muestran activación en la ínsula anterior (una región ubicada justo detrás de los lóbulos pre-frontales) y en la corteza cingular medial anterior (un área de la corteza justo arriba del cuerpo calloso en la parte media del cerebro). Esto se superpone con la actividad que se muestra cuando los individuos que observan están expuestos ellos mismos al dolor.

La actividad se incrementa cuando se atestiguan emociones de otros, por lo tanto sugiriendo que lo que se codifica es algo común a través de diferentes tipos de emoción (la ínsula anterior es una región que está involucrada en las sensaciones corporales que provocan los sentimientos) por lo que el estudio sugiere que los individuos que observaron a otros “sufriendo”, también “sintieron” algún nivel de ese dolor ellos mismos, y ese sentimiento es mayor cuando el individuo que recibe el dolor es alguien por quien la persona se siente socialmente más conectada, Fig 5.4

FIG 4

Un paso más allá de la experiencia sobre la empatía ( y más relacionado directamente con el bienestar) es la capacidad de un individuo de comprometerse en comportamientos pro-sociales.

En un estudio realizado a individuos que debían decidir si donaban o no su dinero a obras de caridad, se encontró que la gente mostraba actividad en las mismas regiones cerebrales tanto cuando donaban dinero como cuando lo recibían (área ventral tegmental y estriado ventral). De hecho, en ese estudio el estriado ventral estaba aún más activo cuando los participantes donaban dinero que cuando lo recibían.

Dado el rol del estriado ventral en la experiencia de afectos positivos, esta información corrobora el adagio de que “es mejor dar que recibir”. Además, los participantes con mayor magnitud de actividad en esta área también realizaron mayor número de donaciones de caridad que los individuos con menos actividad en el estriado ventral. Lo cual sugiere que los participantes son más propensos a participar en donaciones caritativas si encuentran una actividad intrínsecamente gratificante.

Otra avenida interesante de las investigaciones en este sentido es el estudio de cerebros de individuos extraordinariamente altruistas.

El Dr. Marsh y su equipo encontraron esta población cuando reclutaron donantes de órganos voluntarios, específicamente, individuos que por ejemplo donaron un riñón voluntariamente a un extraño. Consideraron a estas personas como “altamente altruistas”, ya que la donación de riñones tiene, para el donante que beneficia a un extraño anónimo, un costo significativo.

Encontraron que estos altruistas extraordinarios mostraban en los experimentos una respuesta superior de su amígdala a las caras de personas con miedo, y aún mayor volumen de la amígdala en promedio que el grupo de participantes controlados. Dado el rol de la amígdala en la aparición del miedo, estos resultados sugieren una más alta sensibilidad hacia el sufrimiento de otros en el grupo de altruistas extraordinarios, específicamente en relación a otros que están experimentando miedo.

Conclusiones

Este capítulo enfatiza cuatro nuevos componentes del bienestar y su base neuronal subyacente:

  • Emoción positiva sostenida.
  • Recuperación de la emoción negativa.
  • Empatía, altruismo y comportamiento pro-social
  • Mente errante vs. Mindfulness (atención plena o consciente) y “permanencia en la afectividad” o atención en la emoción capturada.

Se encontró mayor nivel de bienestar en los individuos que sostienen emociones positivas, se recobran más rápido de experiencias negativas, participan en actos empáticos y altruistas y expresan altos niveles de práctica de mindfulness.

En cada caso, existe un cuerpo creciente de evidencia que señala la importancia de estos 4 factores constitutivos del Bienestar.

A veces, los efectos son más fuertes para ciertos componentes, como el propósito en la vida, o las relaciones positivas con otros. En otros casos, los descubrimientos sostienen medidas de bienestar general. Los circuitos neuronales que subyacen a estos cuatro componentes pueden separarse parcialmente, aunque existe cierta superposición. La corteza pre-frontal y el estriado ventral son especialmente importantes en la producción de emoción positiva sostenida. La conectividad entre la corteza pre-frontal y la amígdala es nodo clave a través del cual se logra la recuperación posterior a eventos negativos.

La ínsula anterior y las regiones de la corteza anterior cingular están implicados en la respuesta empática y el estriado de la corteza pre-frontal ventral es crítico en favorecer el comportamiento altruista.

La mente errante y la atención plena o consciente (Mindfulness) se involucran en los métodos cerebrales “por defecto” – la corteza prefrontal medial y la corteza cingular precúneo posterior – están ambas implicadas en la mente errante. Estas regiones exhiben una activación decreciente cuando se practica mindfulness (atención plena o consciente) explícita y voluntariamente. A su vez, a medida que aumentan los niveles de atención plena decrecen los comportamientos recurrentes. La cuestión de cómo estos cuatro componentes pueden trabajar juntos sinérgicamente no ha sido estudiada, ni explorados con rigor científico aún sus contribuciones relativas al bienestar.

En síntesis: Hay dos lecciones generales que se pueden capitalizar a partir de la evidencia neuro-científica.

La primera es la identificación de los 4 constituyentes que hemos destacado, que no son comúnmente enfatizados en las investigaciones sobre el Bienestar.

La segunda concierne a las profundas implicaciones del hecho de que los circuitos neuronales que se identifican como subyacentes a estos cuatro componentes del bienestar general exhiben neuro-plasticidad (capacidad que tienen nuestros cerebros de formar y reformar redes neuronales a partir de nuestras experiencias, es decir, es la habilidad de auto-moldearse con el aprendizaje) y así pueden ser transformados a través de la experiencia y el entrenamiento. Actualmente se están desarrollando programas de entrenamiento para cultivar mayores grados de mindfulness (atención plena o consciente), amabilidad, desarrollo de mayor generosidad, etc.

Tal como se ha revisado en este capítulo, la data está disponible e indica que algunos de los regímenes de estos entrenamientos, aún aquellos breves de apenas dos semanas de duración, pueden inducir cambios medibles en el cerebro.

Estos descubrimientos subrayan la conclusión de que la felicidad y el bienestar están considerados como habilidades humanas que pueden mejorarse y expandirse a través de entrenamientos.

                                                 Richard J. Davidson y Brianna Schuyler

                                           Traducción libre del extracto por Mónica Arias.

Si me lo permitís, y como cierre de este artículo,  te doy una sugerencia: dejá de ir en busca de la felicidad….Simplemente elegila, ahora mismo.

Serenate, mirá hacia tu interior y sentila en cada poro de tu piel…agradecé por tu Vida que es sagrada como todas, y tomate la costumbre de auto-conocerte un poco más cada día, para apreciar tu unicidad y tu conexión con todo lo creado….que la alegría te acompañe, siempre.

Si te gustó este artículo, por favor compartilo y enviame tu comentario.

Muchas gracias! Mónica Arias

[contact-form][contact-field label=’Nombre’ type=’name’ required=’1’/][contact-field label=’Correo electrónico’ type=’email’ required=’1’/][contact-field label=’Sitio web’ type=’url’/][contact-field label=’Comentario’ type=’textarea’ required=’1’/][/contact-form]