Cultura organizacional alegre: motor de transformación positiva y bienestar laboral.

La alegría genera conexión inmediata.

El mundo de los negocios afianza hoy más que nunca innovaciones e inversiones tecnológicas en virtud de mejorar los vínculos, en particular con sus clientes: delicias que no tardan en verificarse en torno a la digitalización. Aún así, y a descrédito de su “aggiornamiento”, la mayoría de las empresas siguen “haciendo agua” en relación al nivel mediocre de sus Líderes, a la mala calidad de sus culturas internas burocrácticas y demasiado «serias», a la relación generalmente “nociva” que entablan con su personal, y a la pobrísima comunicación que, en líneas generales, se sigue atestiguando después de dos décadas de iniciado el siglo. Por eso, el rol de la alegría dentro de las organizaciones es clave: todos ansiamos “desestructurarnos” de vez en cuando en el trabajo porque conectamos mejor y más rápidamente cuando la compartimos, y porque nos sentimos partícipes de todo lo bueno que gracias a ella logramos .

Ni tanto ni tan poco. No se trata de imponer la alegría como una obligación en el trabajo, tampoco de instituir un “circo” a intercalar en las actividades cotidianas, ni de hacer cortes reiterados en las tareas para pasarla bien y “no sentir” la carga de responsabilidad que compete a cada quien en una organización, empresa, institución, etc. Más bien se trata, como casi todo en la vida, de buscar un equilibrio y usar el sentido común, que nos está marcando hace rato el fin de un paradigma y el comienzo de uno totalmente distinto dentro de las organizaciones de todo tipo: una verdadera transformación positiva sobre lo que hasta hace poco creíamos era “lo correcto”.  

Cuando un paradigma se torna obsoleto, se gesta al mismo tiempo otro que lo suple, y esta metamorfosis implica crisis, dolor, y lo peor de todo: mucha incertidumbre. El paradigma obsoleto quiere seguir vivo, aferrado a sus “zonas de confort”, sus normas y procedimientos archi conocidos, su dudosa “efectividad”, su liderazgo “ultra-individualista” etc.

A medida que el nuevo paradigma crece es imprescindible aprender a cuidarlo, reconocer sus beneficios innegables, desaprender lentamente lo que ya no nos sirve más, aunque nos “moleste” y caprichosamente lo resistamos.

¿Qué es lo que ya no sirve más en esta cultura tal como está?

Si la cultura laboral a la que pertenezco permitiera la alegría…¿cuáles podrían ser las ventajas para todos?

¿Qué necesito comenzar a cambiar para incluir más alegría en mi vida y mi gestión?

¿Con qué recursos cuento para iniciar el camino del cambio?

¿Quién/es me puede/n ayudar/apoyar para llevar a cabo esta transformación positiva (dentro y fuera de la empresa)?

La alegría genera colaboración

Las auto-preguntas sugeridas le sirven de base y guía a cualquier líder para indicar la intención de co-crear una nueva cultura organizacional con sus equipos, más diversa, inclusiva, alegre y productiva. Quienes gestionen personal pueden fomentar la alegría diariamente, ya que son ellos a quienes su gente observará, y en última instancia, imitará de manera natural. De esta forma, el bienestar laboral irá in crescendo, y  de la misma forma también los resultados.

Muchos sugieren que entrenar a sus líderes en lo que se denomina erróneamente “habilidades blandas” es una pérdida de tiempo, una inversión “innecesaria”, un “lujo” que no se pueden dar…y siguen las excusas…

La realidad es que solo en la última década la Neurociencia logró comprobar el enorme impacto positivo que tiene fomentar la alegría en los ambientes laborales. Por ejemplo, hoy se sabe que los cerebros de las personas que comparten espacios laborales con alegría funcionan mucho mejor aún en contextos inadecuados, y que su capacidad de interactuar entre ellos aumenta considerablemente. También se sabe que los individuos alegres expanden su energía positiva y aumentan considerablemente su nivel de productividad. La sociabilidad se instaura y se valora así en cualquier ambiente donde los líderes demuestren un alto nivel de coraje, compromiso y responsabilidad para “dar el salto” del cambio necesario.

El nuevo paradigma del Liderazgo invita a explorar el conocimiento básico de nuestro sistema nervioso central, del cerebro y su incidencia en nuestro bienestar psico-físico a través, en principio, de la generación de neurotransmisores “felices” como la serotonina y la oxitocina, que se distribuyen en el cuerpo cuando vivimos estados de alegría y /o humor compartidos, y nos ayudan a “bajar un cambio”, a abrirnos a lo nuevo sin tanta ansia de control y a equilibrar nuestras emociones.

La alegría unifica.

Cinco beneficios directos que aporta una cultura organizacional alegre:

  1. Bienestar psico-físico (homeostasis)
  2. Mayor interacción y diálogo entre sus miembros y en todos los niveles de la escala jerárquica.
  3. Menor nivel de stress, ansiedad, miedos exagerados y resistencias de cualquier índole.
  4. Disminución inmediata de conflictos.
  5. Mayor productividad y nivel de resultados.

Considerar una cultura organizacional alegre e instaurarla es posible, y además, urgente. No obstante, el pasaje de un paradigma basado el alta competitividad e individualismo a uno donde se logre mayor armonía y sentido de pertenencia no es fácil ni inmediato. Requiere, entre otras cosas, de la toma de decisión férrea en lograrlo y de una gran dosis de paciencia, inversión en tiempo y prácticas sostenidas, muy distintas a las acostumbradas.

Es un camino directo hacia lo desconocido, una salida por la puerta “conocida” hacia la zona difusa e inexplorada donde reina la creatividad, y donde no se sabe bien el qué ni el cómo, pero que hace rato se percibe como imposible de postergar, no negociable y absolutamente imprescindible.

Hasta la próxima! Mónica M. Arias

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