Liderazgo y miedos: un cocktail para el fracaso.

El miedo no es sonso” decía mi abuela, y nunca, mientras ella vivió y hasta mucho después que ella partió, entendí el significado cabal de esa frase. Entre los azotes de la pandemia, hoy parece que el miedo es rey, y que sus parientes, las fobias y otros estados mentales alterados, le “sirven la mesa” a un sinfín de terrores que no podemos ignorar: las personas se sienten más inseguras e inestables que nunca.

Los miedos son emociones restrictivas, contraen cuerpo, mente y espíritu. Bloquean la creatividad y todo intento de la persona en elegir conscientemente crecer. Porque el miedo “no es sonso” y el cerebro sabe que moverse hacia lo desconocido genera inicialmente y durante cierto tiempo, incomodidades variopintas: el poder del miedo es la defensa que esgrime el ego (entre otras cosas, cúmulo de nuestras inseguridades) para recordarnos cuántas creencias limitantes aún debemos reconocer y atravesar.

Por eso la realidad sigue pidiéndole a los Líderes que aprendan a explorar su mundo interno, a construir su red emocional, a basar su trabajo en elevar los estándares de su educación y puesta en práctica de principios no negociables, como la comunicación de excelencia, el Neuroliderazgo y la psicología positiva, entre otros, para generar un clima donde la gente recupere la alegría de “pertenencer” largamente olvidada, en especial por las nuevas generaciones.

Como Líder podés tener la mejor de las intenciones a la hora de volcar tiempo, energía y dinero en aprender lo que evidentemente sabés que te hace falta, y sin embargo caer en tu propia trampa cuando tus miedos toman el control.

La buena noticia es que se puede lograr una gestión exitosa esforzándote y aprendiendo. La mala, es que los miedos nunca desaparecerán. Lo importante es avanzar a pesar de ellos y junto a ellos. Después de todo, nuestro cerebro solo intenta protegernos de lo que cree es nocivo para la vida cuando opera en “zona restrictiva o de control”.

Los miedos vienen en todos los colores y tamaños. Hay para todos los gustos y para todas las generaciones: nadie puede decir que no los siente, con intensidades distintas de acuerdo a la etapa de la vida o contexto que le toque atravesar.

En la empresa, los líderes suelen tener una variante más o menos similar a esta:

Miedo al “qué dirán”, a “quedar como tonto/a”, a “no dar la talla”, a que las responsabilidades los excedan, a no saber poner límites o a ponerlos en exceso, a “fracasar”, a perder “credibilidad” como líder, al “papelón”, a que otro/a ocupe su puesto, a ser visto como una persona “no apta” para el cargo, y uno de los más importantes: el miedo al rechazo de los demás (en especial de sus superiores).

Teniendo esto presente, es clarísimo que a los líderes les resultará de gran ayuda iniciar un proceso de auto-conocimiento para lograr equipos más estables y comprometidos. Porque ninguna persona que sostenga que puede liderar a otras sin conocerse bien será, para esas personas, confiable.

Y la confianza – frágil como el cristal – no se logra de la noche a la mañana ni se mantiene sin esfuerzo. Convertirse en Líder confiable implica realizar continuas demostraciones de coherencia, dando el ejemplo y actuando según valores humanos universales, manteniendo una constante atención en virtud de preservar dicha confianza.

La neurociencia avala que somos seres 80% emocionales que emanamos y absorbemos energía permanentemente. Cuando no existe genuino interés por su personal, la energía que emanarán los líderes se captará consciente o inconscientemente por su gente, que sencillamente, percibirá la farsa y no los apoyarán.

Y esto a su vez generará más miedo en los líderes, lo cual generará una cadena sin fin de juicios de valor, hacia ellos mismos y los demás. Esto cercenará posibilidades y destruirá los sueños de concretar metas ambiciosas reales, porque cerrará un círculo vicioso que no dará nunca pie a cambiar lo necesario para crear una cultura más inclusiva, diversa y comprometida.

Decía Ludwig Borne: “El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo”.

Pero volviendo a los miedos, como dije, hay muchos y muy variados. Y cuando los enfrentamos con humor, dejan de hostigarnos y se convierten en fuentes de aprendizaje.

Veamos un ejemplo: Jia Jiang sentía un terrible miedo al rechazo, pero lejos de dejar que lo dominara, logró superarlo cuando decidió hacer una prueba que llamó “100 días de rechazos”.

En la TED Talk que adjunto, él mismo lo explica (pueden colocar subtitulado al Español desde la ruedita de configuración de Youtube, abajo, a la derecha del video).

Estimo que toda persona que lidere personal o esté en ventas encontrará este video sumamente valioso. A mi juicio, es una verdadera joya.

Cierro esta nota con un recordatorio: puede que el miedo no sea sonso, pero tal vez ya sea hora de que le demuestres quien manda aquí. Mónica M. Arias.

La insoportable levedad del liderazgo actual

Hoy les comparto el link y contenido de mi último artículo para la revista femenina internacional de negocios Visionarias, que ha sido publicado recientemente.

https://visionarias.business/la-insoportable-levedad-del-liderazgo-actual/

Uno de los problemas que más afecta actualmente a los/las líderes globales es el cambio en la forma de relacionarse con su personal, superiores, etc. Justamente, porque post pandemia, los trabajos en su mayoría se tornaron “híbridos”, es decir, gran parte del tiempo la gente trabaja en su casa y cada tanto se presenta a hacerlo personalmente en las oficinas de la empresa.

No hace falta ser una experta en psicología para reconocer que si antes de la pandemia los problemas en comunicación entre líderes y equipos eran graves y producían todo tipo de conflictos y malos entendidos, hoy el asunto es mucho peor, simplemente porque el liderazgo se vio afectado por las olas del tsunami pandémico y no reaccionó a tiempo, creyendo que “el mundo digital” sería el elixir perfecto para crear lo que por su propia naturaleza jamás podrá: mejores relaciones y como efecto, un liderazgo más fuerte, equipos autogestionables y resultados en alza sostenidos en el tiempo.

Una de las razones es biológica: existe una enorme resistencia a virar la mirada hacia aquello que se necesita cambiar para mejorar (en cualquier área) porque en el fondo nos aterra experimentar la catarata de malestares psico-físicos que irremediablemente atravesaremos al iniciar y sostener todo proceso de cambio.

Esto es así porque nuestro cerebro instintivo primitivo – primer estadio evolutivo – cree “protegernos” de estos malestares ya que su función primordial es preservar nuestra supervivencia, y por ende, nos “paraliza” o simplemente envía señales de “peligro” en forma de pensamientos recurrentes – casi siempre negativos – sobre el tema, para que ni se nos ocurra vislumbrar un camino posible de creación, es decir, de cambio.

La paradoja es que creemos que si no nos ocupamos de evolucionar, “no pasará nada”…no viviremos esta vorágine interna de emociones que nos toman por sorpresa, porque pensamos que “no hacer olas y quedarnos como estamos” nos garantizará mayor bienestar. El problema es que la neurociencia ya comprobó hace años que permanecer en nuestra “zona de confort” no solamente nos producirá la misma – o tal vez mayor – “convulsión” emocional, sino que reducirá enormemente las oportunidades de crecimiento personal y profesional, así como el desarrollo de cualquier plan, proyecto, sueño o deseo que queramos alcanzar: La evolución es inevitable y por eso, no negociable.

«Este mundo no va a cambiar a menos que estemos dispuestos a cambiar nosotros mismos». Rigoberta Menchú, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y Premio Nobel de la Paz en 1992.

Una de las ventajas competitivas más sobresalientes en la evolución del paradigma actual de liderazgo – que sigue siendo resistido por muchos – es reconocer los inmensos beneficios que aporta la mirada femenina en todo proceso de cambio, en particular, dentro de las organizaciones de cualquier tipo, tamaño y “factor RH”.

Hacer hincapié en estos aportes invaluables es vital porque es una realidad que tarde o temprano todos los líderes – varones, mujeres y del género de preferencia – deberán aceptar y aprender, dadas las condiciones de salud mental de la población post pandemia, que produjo además una disrupción impensada tanto en los estilos de trabajo, como en las formas de relacionarse, participar, crear, involucrarse, crecer, etc.

Según un informe de la Consultora Gallup International a finales de 2021, más del 60 % de la población europea sufre deterioros en su salud mental, producto de la pandemia. Ya en 2014 la Organización Panamericana de la Salud advertía que para el 2020 habría un incremento del 30 % en enfermedades mentales como el bipolarismo, el alzheimer, la depresión, etc en la población Sudamericana, especialmente juvenil. Es evidente que se quedaron muy cortos con esta proyección, a la luz de lo que sucede en Europa según Gallup. Esta realidad se sumó a la incapacidad de los líderes de empatizar con su personal, siendo estas las causas principales de la “Gran Renuncia” a puestos de trabajo, fenómeno que sigue dejando perplejas a las empresas de todo el mundo.

Algunos rasgos del liderazgo femenino que vuelcan luz a estos oscuros laberintos del management “rígido” y pobre, se reflejan en su propia naturaleza, como ya comenté en mi anterior artículo en esta misma columna de Visionarias.

Hoy quiero ir más allá, y compartir otros aspectos que indudablemente apoyan este nuevo escenario de cambios inminentes y necesarios en las organizaciones, y que atañe exclusivamente a nosotras. Porque nuestra naturaleza no está reñida con esos cambios, sino que los acompaña y sostiene, muchas veces a pesar de nuestras propias “falsas creencias”, como el pensar que permanecer en nuestras zonas de confort nos “protegerá” del riesgo de decidir cambiar (sinónimo de vivir).

Va información que ya cuenta con algunos años:

La Revista Harvard Business Review realizó una investigación exhaustiva en 2012, llamada “¿Las mujeres líderes son tan efectivas como los hombres?  para tratar de entender por qué no hay más mujeres en puestos de liderazgo, en particular en posiciones decisorias de altos mandos.

El resultado: las mujeres eran tan efectivas como los hombres al momento de liderar. Más recientemente, en 2019, la revista volvió a realizar la misma investigación y se demostró que las mujeres obtuvieron mejores puntajes que los hombres en 17 de los 19 rasgos de liderazgo propuestos por la encuesta.

Rasgos que incluyen características netamente femeninas como la inteligencia emocional – que incluye la empatía – la perseverancia, la sabiduría de sus silencios, la ambición con propósito, la posibilidad de alinearnos de acuerdo a nuestras fortalezas y una visión mucho más holística (integral – abarcativa) del impacto de nuestro nivel de comunicación y de nuestras acciones.

La perspectiva de una mujer líder es diferente porque la ciencia confirma que somos más mesuradas – equilibradas – e inclusive más neutrales que los varones en el mundo de los negocios, aunque se haya desparramado una idea totalmente diferente, como por ejemplo que nos “dejamos llevar por las emociones” en instancias de poder, y por eso NO somos “fiables”, ya que los negocios exigen personalidades “altamente racionales” (o como dice la letra de una canción de rock en mi país: “jugo de tomate frío, en las venas deberás tener”).

Pero esto, obviamente, es falso. En su reciente libro: “Dare to Lead like a Girl: How to Survive and Thrive in the Corporate Jungle”, Dalia Feldheim – ex directora de marketing en McKinsey Global- sostiene que los ejecutivos y líderes de todos los rangos, sin importar su género, pueden combatir los estragos que dejó la pandemia (altos índices de stress, confusión, hartazgo, miedos exagerados, etc), simplemente adoptando rasgos de liderazgo convencionalmente femeninos.

En un reciente artículo Dalia escribió: “La razón por la que me sentí impulsada a escribir el libro es mi propia experiencia. Durante 17 años, estuve en un estado de flujo y sentí lo que se siente trabajar con una empresa que realmente te aprecia como ser humano. Pero luego debí trabajar con un jefe que era extremadamente controlador y denigrante, y vi cómo mi desempeño disminuía porque estaba muy ocupada defendiéndome. Lamentablemente, lo que me pasó a mí es demasiado frecuente en los lugares de trabajo de hoy”.

Otro rasgo que nos distingue es que amamos la tecnología, sin permitir que el mundo digital paute nuestra vida, porque lo ponemos al servicio de mejorar nuestro networking y lo utilizamos a favor del crecimiento y la auto exploración para mejorar continuamente. Esta capacidad femenina de alinearse a una mentalidad de crecimiento sostenido, incluye el hecho de que contamos con mayores niveles de tolerancia al fracaso y al error, e integramos esto sin problema en la cultura de la que formamos parte.

También sabemos mantener la actitud positiva, esa manía de sonreír siempre (no burlonamente, sino desde las entrañas), e integramos instancias de humor en el trabajo, lo cual contagia, alegra y torna más suave la convivencia. Esto no implica que vayamos por la vida con una sonrisa de cotillón puesta cual calcomanía, o recitando frases positivas estilo mantra por acá y por allá, ni mucho menos que somos felices a tiempo completo.

Se refiere más bien a que reconocemos que cualquier obstáculo – en especial los que surgen de las interacciones diarias con el personal – se sobrelleva mejor cuando la positividad es la actitud elegida. Y también se trata de permitirnos y permitir a los demás demostrar nuestra humanidad: que las emociones surjan, que la empatía sea moneda corriente, que se genere un clima de confianza expansivo, para lo cual se requiere una cuota de coraje del que las mujeres sabemos, y mucho. De esa forma, fomentamos relaciones más duraderas y profundas.

“Para abrir nuevos caminos hay que inventar, experimentar, crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse…y también divertirse” – Mary Lou Cook , actriz estadounidense.

Grandes y exitosos líderes, como Richard Branson (CEO de Virgin Group, entre otras empresas) actúan lo que predican e incluyen el humor en su gestión: “Los clientes no son lo primero. Lo primero son tus empleados. Si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”. Estas personas no tienen ningún problema en hacer realidad lo que manifiestan, y además, demostrar los enormes beneficios que inspira en su gente un líder con buen humor. Para muestra, basta esta foto, donde se disfrazó de azafata y trabajó como tal junto a su tripulación en un avión de su aerolínea.

Hace un tiempo me entrevistaron en un programa radial cuya audiencia es en su mayoría del mundo emprendedor, y me preguntaron qué podía decirle a los líderes que estaban escuchando y que, seguramente debido a su falta de tiempo, no podían considerar o poner en práctica las sugerencias que yo había dado unos instantes atrás sobre, por ejemplo, que  deben estar al servicio de su personal, acercarse a cada miembro del equipo con humildad, inspirarlos a crecer, escucharlos atentamente, estar atentos a sus necesidades, conocerlos más, aprender sobre la realidad de sus vidas, ambiciones personales, sueños, composición familiar, gustos, etc ,

Le respondí que ese es justamente uno de los motivos que impiden el cambio de paradigma; la enorme resistencia – plasmada en excusas para reconocer la propia ineficiencia – a barajar y dar de nuevo, y aprender nuevas formas de liderar que siguen probando ser exitosas, como los modelos instaurados por líderes mujeres.

Por otro lado, muchos esgrimen que practicar la empatía con el personal – que no solo implica ponerse en lugar de los demás, sino hacerlo con genuina curiosidad de saber en qué podemos ayudar – puede “desdibujar” la autoridad del líder, porque al mostrarse vulnerable pueden verlo como alguien “débil” para cumplir su rol. Pues esto también es falso. Innumerables estudios, entre ellos los que llevó adelante Brené Brown, socióloga y escritora estadounidense, lo desmienten rotundamente, afirmando que abrazar la imperfección y la vulnerabilidad son rasgos de gran dignidad de parte de los líderes, y que sin ellos no será posible poner en práctica una dinámica relacional sana, valiosa e inclusiva: así lo sostiene en sus dos libros imperdibles: “Dare to lead: Brave work. Tough conversations. Whole Hearts” y “El poder de ser vulnerable” en idioma Español.

En definitiva, estamos ante un punto crítico y de inflexión, donde las preguntas surgen y golpean, pero la oportunidad no puede dejarse pasar, ya que dependemos todos de que aprendamos a hacer las cosas un poco mejor cada día. Suena naif, lo sé, pero es tan real como la mismísima realidad que hoy por hoy no nos da respiro.

Si el mundo del management global se toma en serio esta oleada de renuncias masivas y el impacto que dejó la pandemia en la salud mental, realiza un insight profundo y comienza a asimilar aprendizajes que mejoren su performance, las mujeres líderes podemos señalar el camino y de hecho, debemos hacerlo. Creando instancias que apoyen a quienes sean responsables de personal en cualquier parte del mundo, capacitando y enseñando que “lo femenino” en los negocios es hoy más que nunca no solamente necesario, sino absolutamente imprescindible.

Porque después de todo, como decía Anais…

“La vida se reduce o se expande en proporción directa a nuestro coraje.” Anais Nin, escritora franco-norteamericana. (1903– 1977

Liderazgo femenino: elegancia efectiva en contextos de crisis

En el mes de Abril de 2022, la revista española femenina de negocios Visionarias, creada y dirigida por mujeres, publicó mi artículo «Liderazgo femenino: elegancia efectiva en contextos de crisis».

Comparto el link y el contenido del mismo a continuación.

Cuerpo del artículo:

“El éxito es como llegar a ese cumpleaños tan esperado, y descubrir que sigues siendo exactamente la misma persona”.  Audrey Hepburn.

Les confieso algo de entrada: este artículo fue escrito con mucho amor hacia las mujeres líderes que pueblan “Visionarias” y hacia cualquier persona que llegue a sus páginas. Por eso va una aclaración importante: mi intención no es alimentar una “guerra” inútil con los líderes varones desde el enunciado del título. Nada más alejado. ¿No es suficiente con la que se desató de repente y sin sentido, afectando la vida de miles de personas? Creo firmemente en la convivencia basada en el respeto entre mujeres y hombres en el ámbito laboral y en cualquier otro. Cuando hablo de liderazgo femenino, me refiero a todas las personas que, siendo mujeres biológicamente, o sintiéndose mujeres, o eligiendo esa sexualidad en cualquier momento de su existencia, han adoptado el camino emprendedor como forma de vida y han integrado virtudes como la elegancia al momento de liderar, en especial en escenarios de crisis mundial, como el actual (y tantos otros que fueron y serán).

Surge entonces la pregunta obvia: ¿Qué significa liderar con elegancia efectiva y por qué las mujeres líderes en su mayoría cuentan con esta magnífica capacidad?

Como seguramente ya adivinaron, el término “elegancia” en este caso no tiene nada que ver con la vestimenta o la moda…sino con una actitud practicada con perseverancia en el día a día de la gestión, cuyas virtudes y resultados son innegables, y que en breve pasaré a comentarles.

Es sabido que “crisis es oportunidad”, y aunque la frase sea por demás trillada, encierra una verdad insoslayable: ante ella podemos optar por dos “respuestas”: crecer, es decir, aceptarla, observarla, pensar alternativas o posibilidades y aprender de ella, o estancarnos, o sea negarla, hacer de cuenta que “no existe”, seguir nuestro camino “como si nada” aunque sus señales sean contundentes, mentirnos a nosotras mismas, porque después de todo “las cosas hay que seguir haciéndolas para generar resultados”, etc. Entonces, dependiendo del lugar donde “estemos paradas”, podremos tanto empoderarnos y a nuestra gente, como desmoronarnos y dejarnos abrumar por los coletazos que toda crisis siempre, irremediablemente, repartirá.

Y aquí es donde el liderazgo femenino toma la vanguardia: la mujer que lidera y decide crecer, es un referente imprescindible, un espejo donde muchas podemos mirarnos y a la vez reconocernos. Un ejemplo a seguir…

En mi experiencia como NeuroCoach transformacional, he podido observar durante años que somos las mujeres, en gran mayoría, quienes tomamos las riendas de cualquier “asunto” por más oscuro que parezca, y como verdaderas artesanas relacionales, vamos tiñendo de luz cada “problema”, desafío, desacuerdo, etc.

Esto tiene una razón biológica: estamos “cableadas” neurológicamente para reconocer y aceptar nuestro mundo emocional, interno, íntimo, misterioso y sublime, y ponerlo al servicio de la construcción de “puentes” – relaciones – que unen mundos y plasman bienestar y entusiasmo. Y también tiene una razón lógica: históricamente nos costó mucha sangre, sudor y lágrimas llegar a puestos de poder, y ahora podemos desplegar esas virtudes que tanto le hacen falta al mundo con total naturalidad.

Este despliegue les cuesta mucho más a la mayoría de los varones líderes. Ellos se orientan y focalizan en lograr los resultados – y en eso debemos admirarlos – son claros “goal oriented” y, salvo en casos verdaderamente excepcionales, no le dan importancia a valores que nosotras consideramos fundacionales en toda relación humana, en particular cuando asumimos la responsabilidad de liderar personas.

Valores como la tolerancia, la paciencia y la humildad, por nombrar solo tres, indispensables desde siempre para invitar a la gente a navegar la aventura de los cambios, siempre necesarios, contagiarlos del ánimo de co-crear otras posibilidades, animarlos a confiar en sus capacidades para atravesar cualquier crisis, afianzando lazos y saliendo mucho más fortalecidos de la “prueba”.

Las mujeres líderes gestionamos con elegancia por la simple razón de que nuestros modelos no son tan agresivos ni únicamente orientados a resultados como los modelos masculinos. Nuestra mirada es holística, porque integra, abarca y significa mucho más que una estrategia de mercado o el cumplimiento de unas metas, y muchísimo más que un plan de negocios “exitoso”.

En líneas generales y salvo excepciones, las virtudes con las que lideramos nos definen como:

Restauradoras: estaremos siempre dispuestas a tener un diálogo reparador, y nos mantenemos en todo momento a una conversación de distancia de cualquier conflicto que haya surgido.

Mediadoras: solemos intervenir cuando hace falta para escuchar todas las “campanas” con la intención de reconciliar partes.

Reflexivas: nos tomamos el tiempo necesario y “rumiamos” cada decisión, en especial cuando necesitamos tomarla “con urgencia”.

Compasivas: la inteligencia emocional es nuestro sello de “fábrica”: sabemos escuchar, entender y disculpar sin necesidad de  “preámbulos” ni demasiadas vueltas.

Creativas e imaginativas: vivimos haciendo hincapié en que todo puede ser/hacerse diferente y mejor, y buscamos con quienes lideramos, espacios de interacción donde reine el diálogo y la tormenta de ideas, para seguir creando y creciendo juntos.

Alegres: nos gusta mucho vibrar en esta frecuencia. Hacemos todo lo que podemos para que también los demás gusten compartir momentos de alegría y humor cotidianos. La neurociencia avala con miles de estudios que la alegría en el trabajo es factor clave de alto desempeño.

Intuitivas: aprendimos a lo largo del camino a honrar, escuchar y prestarle mucha atención a esta voz presente en nuestro espíritu. Por no hacerlo, muchas veces experimentamos la frustración y nos arrepentimos.

En síntesis: hemos perfeccionado el arte de ser, como diría Maya Angelou, verdaderos “arco iris” en la “nube” de los otros. Trabajamos como verdaderas “amortiguadoras” de todo tipo de dolores emocionales. Somos unificadoras de mundos, sanadoras y hasta guías amorosas cuando la situación así lo requiere. Y hoy en día se requiere muchas más veces de las que quisiéramos reconocer.

La dinámica relacional más acorde con nuestra naturaleza y que nos interesa crear y mantener es rica y trascendente. Rica porque nutre a los demás mientras nos nutre. Trascendente porque no encaramos ningún negocio que no contemple la puesta en práctica, respeto y sistematización de las mal llamadas “habilidades blandas” como premisa básica de nuestra gestión.

Porque decididamente somos expertas en forjar estilos de comunicación que si bien no están exentos de límites (todo buen líder debe aprender a ponerlos bien temprano y a respetarlos cuando la ocasión lo requiera), están basados en valores humanos universales que encarnamos, a veces contra viento y marea, para dar el ejemplo.

Tal vez una manera de terminar este artículo sea concluir que a ninguna líder mujer “se le caen los anillos” si se equivoca…porque tenemos la humildad de reconocer errores, caer, lastimarnos tal vez, pero volver a levantarnos cada vez con mayor fuerza, mirándonos al espejo y si es preciso, pasándonos el peine y maquillándonos.

De ahí nuestra elegancia efectiva, nuestro verdadero poder, nuestras misiones y nuestros logros.

Ah, por cierto, casi me olvido…Además, y como si todo esto fuera poco, contamos con la invaluable y maravillosa cualidad de NO ser para nada perfectas… ¡Gracias al Cielo!

                                                                  Mónica M. Arias – 27-4-22

Hablar en público es fácil con Oratoria Creativa

Hablar en público es un conocimiento que, una vez adquirido, aumenta las posibilidades de crecimiento personal, laboral y profesional.

Se escucha por ahí…

«Cuando estoy frente a la audiencia, me congelo, necesito urgente perder el miedo y aprender a hablar en público con naturalidad por mi trabajo/obligaciones profesionales, etc».

«Tengo terror de olvidar qué decir en una presentación laboral con mi jefe/a o cualquier persona con autoridad delante»

«De solo pensar que alguien pueda interrumpirme mientras estoy disertando, mi corazón empieza a palpitar muy fuerte y ya no puedo continuar siquiera pensando en hablar en público».

«Me muero de miedo de estar parado/a ante cualquier audiencia, así sea una sola persona, o gente conocida. Si tuviese que hablar a quienes apenas conozco no sería capaz de hacerlo»

«Soy disertante y tengo años de experiencia, aunque confieso nunca utilicé la creatividad para armar mis presentaciones, me parece una forma original de complementar mi trabajo».

«No tengo idea de por donde debería empezar a armar mi charla/seminario, presentación de negocios, defensa de mi tesis, etc. De tan solo pensarlo, decido dejarlo para último momento y no puedo dejar de procrastinar»

«Cuando sé que me toca dar una presentación, taller o charla, me descompongo, literalmente,  y estoy enfermo/a de ansiedad por lo menos una semana antes, con síntomas que van desde migrañas hasta náuseas interminables»

«¿Y si me interrumpen mientras estoy disertando?¿Cómo retomo el guión de lo que estaba diciendo sin ponerme nerviosa? Ni loca me juego a pasar semejante papelón!!!»

«Creo que podría muy bien hablar frente a mi audiencia, porque lidero un equipo sólido y he logrado su confianza. Sin embargo, sé que puedo mejorar mucho mi performance…por eso me gustaría continuar mi aprendizaje como disertante».

¿Te sentís identificado/a con algunas de estas frases?

¡¡¡No estás solo/a!!!

Te preguntarás…¿Porque hablar en público provoca tanto terror?

Porque estar frente a una audiencia nos expone, y los seres humanos somos vulnerables ante la mirada, juicios y atención de los demás.

Sin embargo, es cuando aprendemos a dominar nuestra mente y a hablar desde nuestra Esencia que todo cambia, porque comenzamos a conectar emocionalmente…

La mirada u opinión ajena, las críticas e interrupciones dejan de ser relevantes, y se apodera de nosotros una inmensa alegría interior.

Eso sí: recordá la regla de oro: NADIE es perfecto. 

No existen, por lo tanto, las disertaciones o los/las disertantes de ese tenor.

Pero por supuesto, podemos trabajar para lograr la Excelencia (que NO es lo mismo que la perfección)

En efecto, podés convertirte en un/a orador creativo brillante, capaz de honrar tus imperfecciones sin auto-flagelarte, y así transmitir con convicción y entusiasmo tus mensajes, valiéndote de tu impronta creativa, que es ÚNICA.

Proponete este año aprender una de las habilidades que más puertas te abrirán en tu carrera o profesión, y que te brindará enormes satisfacciones, aquí y en cualquier parte del mundo: Oratoria Creativa.

¡No te postergues más! Escribime a contacto@monica-arias.com y empecemos hoy mismo el Curso «Magnetizando Audiencias», de Oratoria Creativa!

Hablemos de «sustentabilidad emocional»…

En Junio de 2017, fui invitada a participar del programa radial «Basta de Excusas», de Susana Abelson, donde hablé de la importancia del mundo emocional en las empresas, y en particular, en el desarrollo de un liderazgo basado en el nuevo paradigma del management, que las incluye indefectiblemente en todas las culturas organizacionales exitosas del mundo.

A continuación, te invito a escuchar el audio del programa…

Crisis de Liderazgo: sacudón emocional…y oportunidad de cambio.

Los líderes se forjan y crecen cuando están al servicio de su gente, porque se retroalimentan y enriquecen cuando aprenden a relacionarse.

La era de los egos «inflados» en los puestos de alta responsabilidad está llegando a su fin…

En este mini-video te muestro lo que NO va más, y te doy indicios de cómo comenzar a transformar positivamente tu gestión y resultados.

Consultas? Escribime a contacto@monica-arias.com.

Storytelling: el infinito poder de emocionar.

Cuando estaba en quinto grado de la primaria estatal, la Señorita Coca, nuestra maestra de lengua, nos ponía retos semanales para crear historias (en realidad, en aquel entonces las llamábamos redacciones).

No importaba si la historia era ficción o representaba una parte de nuestra realidad.

La cosa era muy simple: teníamos que cumplir con un número de palabras equis, el título debía ser atractivo para el lector y el contenido más atractivo todavía, fuese por su carga emotiva, el grado de imaginación que aplicáramos o la descripción en sí de lo que había ocurrido. Podíamos acceder a libros de la biblioteca de la escuela para chusmear las historias y cuentos de los grandes escritores y guiarnos en cuanto a la “forma” de organizar la narrativa.

La señorita Coca nos daba apoyo si nos “trabábamos” con alguna idea en la cabeza durante la semana, y con mucha paciencia nos escuchaba y nos daba sus sugerencias, siempre geniales.

La consigna se completaba con un premio: cada autor que así lo deseara leía su historia en clase y la que más aplausos lograba, se llevaba un premio, que solía ser casi siempre o bien un librito (sí, había pequeños libros de bolsillo con historias magníficas coleccionables), o en algunos casos, un cuaderno nuevo de 24 hojas (hoy sé que este era con seguridad el máximo aporte material al que llegaba el bolsillo de la maestra para incentivarnos con la escritura).

Luego, por supuesto, venía el proceso de corregir faltas de ortografía, y cuando la Señorita Coca nos devolvía los trabajos, la nueva consigna era reutilizar las palabras mal escritas en su versión correcta en la siguiente historia.

Esto para la mayoría de nosotros, que rondábamos los 11 años, era magnífico. Más que por la “competencia” por obtener el librito o el cuaderno en sí, por el hecho de poner a volar la imaginación y aprender a plasmar en el entramado textual una parte de nuestra realidad que tal vez no nos animábamos a compartir de otra manera.

Recuerdo muy bien que había compañeros de clase que odiaban las redacciones, pero aún así, nos daban permiso a las que amábamos escribir a leer sus historias cada tanto.

También recuerdo que un día, uno de ellos le dijo a la Señorita Coca: “disculpe seño, pero a mí todo este asunto de escribir una historia por semana no me gusta, me parece algo inútil, que no sirve para nada”.

Ella, con una mirada que parecía venir del cielo, se le acercó y le dijo estas palabras que jamás olvidaré: “Bueno fulano, hoy no podés apreciar el valor de narrar historias porque sos chico todavía, pero si sos capaz de practicar igual aunque no te guste, te puedo asegurar que poquito a poco, este conocimiento poderoso será de un inmenso valor en tu vida cuando seas más grande, en todos los aspectos. Todos somos creadores de historias, algunas mejores que otras, pero todas valiosas porque son únicas, como nosotros. Asi que, no importa qué tipo de redacción hagas, lo importante es que escribas una, cada semana, como el resto de tus compañeros. Si después no querés compartirla, está bien, no es obligación hacerlo.”

La transformación positiva que este compañero vivió a partir de esas sabias palabras fue descomunal. Se plasmó en muchísimas historias que nos emocionaron hasta las lágrimas y algunas nos dieron miedo/terror (como cuando describió cómo usar la “gomera” de forma correcta para «bajar de un hondazo» a cualquier pájaro de un árbol…)

La Señorita Coca ya no existe. Perdón, me equivoqué: sigue existiendo en mi corazón, y seguramente en el de quienes lean este post, porque su sabiduría es eterna.

Yo lo ignoraba entonces, pero allá lejos y hace tiempo, se habían plantado las semillas de un enorme poder que, como ella tan claramente describió, hoy no solo está de moda, sino que vemos germinar por todas partes, en todas las industrias globales y todas las áreas humanas con diferentes nombres, entre ellos: Storytelling.

Contar historias – ó Storytelling en idioma inglés: esa es nuestra naturaleza. Lo ha sido desde siempre porque nos necesitamos unos a otros, y porque construimos nuestros mundos a través de nuesras historias.

Porque las historias unen, equiparan, fomentan la creatividad, la escucha y el respeto por el mundo del otro, enseñan, apoyan, inspiran y como si fuera poco, emocionan.

Y ese poder, tal como lo predijo la Señorita Coca, es infinito…

Si te gustó mi historia, seguime en las redes…

Los 4 Pilares en Oratoria Creativa

Aquí van los 4 pilares más importantes del curso de Oratoria Creativa para Líderes, Profesores, Disertantes, Empresarios, Empleados y toda persona que tenga como asignatura pendiente aprender a hablar en público usando su propio caudal creativo, divirtiéndose en el proceso.


La Presencia tiene que ver con el auto-descubrimiento. Es la impronta personal, la identidad inside-out del orante.

El equilibrio psico-físico se logra con ejercitación y es vital para que el orante mantenga su eje emocional equilibrado durante toda la disertación / presentación / clase, etc.

Disfrutar es vital en todo proceso de aprendizaje, y en Oratoria Creativa crearás tu espacio para explorar tus estilos de disfrute, y amalgamarlos al estudio del curso.

La práctica sostenida es el pilar más importante para cualquier orador creativo que desee lograr la Maestría en hablar en público y magnetizar a su audiencia al mismo tiempo.

Te enseño a neutralizar tus miedos a hablar en público y a brillar como disertante, conectando emocionalmente con cualquier audiencia y dejando una huella positiva en su mente, un recuerdo inolvidable que les despierte una sonrisa al recordarte.

La práctica, la paciencia y la entrega son clave para convertirte en un/a Orador/a Creativo/a que magnetice a su público en cada disertación / presentación / clase / etc..

Estos son algunos beneficios de estudiar mi curso de Oratoria Creativa:

Tus terrores de hablar en público se desvanecerán.
Te vas a divertir aprendiendo, creando tus disertaciones y/o brindándolas.
Podrás hablar ante cualquier audiencia con autenticidad, haciendo uso de tu propia creatividad para conectar con tus públicos emocionalmente.
Ser orador/a creativo/a te abrirá muchas puertas tanto en tu emprendimiento, tu cargo o profesión como también en tus clases, presentaciones o disertaciones.
Presentarás proyectos, iniciativas, seminarios o webinarios sin ninguna dificultad.
Dejarás una huella positiva inolvidable en cada una de las personas que conformen tus audiencias.


Y muchos beneficios más…

No te demores, convertirte en un/a Orador/a Creativo/a es un conocimiento que te servirá durante toda tu vida personal y profesional.

Escribime a contacto@monica-arias.com y te cuento los detalles.

Adjunto el video de una de mis mejores alumnas de Oratoria Creativa, mi querida Lizzy Nobile – 2022.

MS. LIZZY NOBILE – TESTIMONIO ORATORIA CREATIVA / TESTIMONIAL CREATIVE ORATORY – 2022



Comunicación de Excelencia: el poder de refinar el lenguaje.

Sabemos que todo comunica, lo que se “escucha y se ve” y lo que no, porque comunicar no implica solo hablar, sino también expresarse.
Sin embargo el habla, en cualquier idioma, sigue teniendo prioridad a la hora de emitir un mensaje…que no siempre “llega” con el sentido y significado de lo que se intentó compartir. Pero esa es «harina de otro costal» como diría mi abuela.


La Neurociencia nos dice que vivimos de acuerdo a ciertos “patrones” del lenguaje acumulados en el inconsciente, que no siempre favorecen la buena comunicación, porque con la repetición devienen en efecto “hipnótico”. Dicho de otra manera: el lenguaje que usamos sin darnos cuenta, demarca el resultado de nuestra comunicación, y por ende, de la calidad de nuestras relaciones.

Sabemos que el lenguaje es poderoso porque obra como una moneda de dos caras: es creador y destructor al mismo tiempo. Tanto puede sanar, elevar, mejorar, alentar, facilitar, construir, bendecir, recrear, inspirar, valorar y amar, como todo lo contrario: con una sola frase desalentadora se puede truncar el futuro de una persona, o hacer que su estado de ánimo caiga en picada y tarde mucho tiempo en recuperarse. 

En los entornos laborales este doble poder del lenguaje se magnifica, para bien y para mal, con las consecuencias que se observan a diario: los líderes que utilizan lenguaje de excelencia son más congruentes, inspiran al crecimiento y logran equipos comprometidos. Quienes no se interesan en trabajar en sí mismos y pulir su estilo de lenguaje, logran el escenario contrario: desmotivación, agresividad, exigencias desmedidas, conflictos recurrentes, falta de compromiso, índices de productividad inestables, etc.

La comunicación de excelencia no es un recurso “facilista” o «elitista» y no está reñida con la realidad que viven las personas en las organizaciones. Es una necesidad porque replantea la rutina de las conversaciones que no dan resultado y pone en jaque a los líderes aferrados a estilos de lenguaje peyorativos o agresivos.
 
Veamos un ejemplo:

No es lo mismo que el líder diga: “¡Necesito que (me) entregues el trabajo urgente!, casi a los gritos, que a cambio diga: ““¿Cómo vas con el trabajo? ¿Necesitás ayuda para terminarlo? Si es así, contá conmigo (o con quien designe para ayudarlo/a), ya que lo necesito lo antes posible…”

¿Cómo puede sentirse quien escucha la primera frase?
¿Cuál sería la emoción asociada al escuchar la segunda?

Los líderes pueden lentamente dejar de lado el lenguaje hipnótico (inconsciente), y aprender comunicación de excelencia para elevar así la calidad de sus interacciones, y como reflejo, de las relaciones con su personal y con toda la cultura organizacional a la que pertenece.
 
Porque como dijo la brillante Mary Kay Ash: “Una empresa es tan buena como la gente que trabaja en ella”.

Para reflexionar…

Seguime en las redes…