Entradas

La Maestría el liderazgo femenino se demuestra andando…

Comparto un nuevo artículo que escribí para mi columna en la revista femenina de negocios Visionarias Business.

Liderar cambios con maestría no requiere de super poderes ni de fórmulas extrañas. Se trata de aceptar que para iniciarlos hace falta mucho coraje, y que para sostenerlos se debe demostrar el ejercicio de esa maestría en dos niveles. Las mujeres líderes intuitivamente los conocemos, aunque no siempre los dominamos, a pesar de que uno de esos niveles nos es ultra familiar desde que el mundo es mundo, y antes también.

Empecemos conviniendo que para poner en práctica la gestión de cambios, se requiere, entre otras “menudencias”, contar con cuotas extra de valentía, una paciencia extraordinaria, capacidad ilimitada para aprender de los errores sin auto flagelarse al cometerlos, una dosis de humildad digna de la encarnación de un lama, y mil cuestiones más. Pero por encima de todo, necesitamos dominar los niveles físico y no físico implicados en el proceso.

El nivel físico lo llevamos a cabo a través de nuestras conversaciones, interacciones, movimientos y acciones concretas.

El no físico mediante los pensamientos, conversaciones con nosotras mismas, intenciones, gestos conscientes e inconscientes y principalmente, nuestro nivel de energía: las mujeres corremos con ventaja en este nivel, porque este es precisamente el mundo que la cotidianeidad nos invita a explorar permanentemente.

Es como si hubiésemos nacido dotadas de un canal de “inteligencia artificial” propio e incrustado en nuestro ser: “chateamos” con nuestro gps interno todo el tiempo. Esto nos facilita el auto conocimiento (nivel no físico) pero no siempre nos animamos a explorarnos.

A decir verdad, ambos niveles suelen ser disonantes entre sí, y esto es simplemente producto del enorme miedo que muchas líderes sienten por razones diversas (conscientes o no), que las anclan en estados de frustración o de perpetua repetición de ciclos: “recalcular” implica un movimiento interno que a todas luces sigue estando “devaluado”, pero cuyos misterios y tesoros la mayoría de nosotras conocemos muy bien, aunque los resistamos.

Reconocemos, por ejemplo, que un cambio ha tenido lugar porque lo hemos “medido” u “observado” (nivel físico), pero aún hay muchísima resistencia en reconocer que ponerlo en práctica también implica haber dominado nuestro mundo íntimo, emocional, energético y por ende, “vibracional” o no físico.

La ciencia nos dice que a mayores miedos, menor “vibración” expansiva de la energía que cada ser humano emite. Esto solía denominarse “discurso pseudocientífico”, pero ya es una realidad contundente y harto probada: las líderes efectivas exhiben una energía ampliada, expansiva, que disipa los miedos propios y ajenos, creando vínculos profundos en beneficio de todos. Por eso, el logro de cualquier cambio que emprendamos está ligado directamente al uso adecuado – o no – de la energía de que dispongamos durante el tiempo que implique transitarlo.

Aclaremos que cuando la ciencia habla de “nivel de energía” no se refiere a si la persona es o no proactiva, inteligente, ejecutiva, preparada, rápida, buena estratega, genia financiera, etc (Estas son cualidades magníficas, pero por sí mismas no producen cambios en la dinámica relacional). Tampoco se refiere a quien al presentarse parece que “se lleva todo por delante, como un huracán” (alguien así será sumamente temida y como mínimo, confundirá por demás a su gente).

No. El nivel de energía en este caso está ligado a la carga emocional positiva que exhiba la líder, a su disposición permanente a ser flexible, a priorizar el servicio, a su intención genuina de lograr un equipo unido, sólido, con identidad propia, donde la energía grupal siempre esté presente y se trabaje e interactúe con verdadera pasión y alegría.

Es decir, el nivel de energía se refiere no solo a lo que la líder hace y dice, sino, en especial, a “cómo lo dice y hace”, y esto, una vez más, está ligado mucho más con el nivel no físico de su gestión.

Es verdad que autoadministrar la energía es más bien como mínimo, una tarea harto compleja donde entran en juego factores de la personalidad, creencias, estado anímico, contextos, etc. Se entiende entonces lo difícil que a veces resulte asumir tu rol y reconocer cómo están tus niveles – en especial el no físico – así como el de los demás, y distribuir tareas acorde a las diferentes capacidades, ya que por regla general no todos estarán pasando por estados anímicos iguales, o demostrarán niveles de energía similares en el mismo momento…día, semana, mes, etc.

Otra noticia que nos da la ciencia es que en un entorno donde priman las emociones desmotivadoras o perjudiciales psicológicamente, se erosionan las capacidades mentales y a su vez, esto repercute en la baja calidad de las relaciones que se entablan en dicho entorno (cultura organizacional tóxica), lo cual a su vez desmoraliza y se ve reflejado en el bajo rendimiento y productividad del personal (resultados).

Recordemos que el cerebro es altamente ineficiente cuando está aburrido o estresado, pero funciona de manera óptima en estado de “curiosidad”, sorpresa positiva, color, armonía y alegría, lo cual facilita que se equilibren las demandas trabajo con las habilidades de las personas para cumplirlas. Por otro lado, todas sabemos que la gente trabaja bien cuando se siente bien. Tu rol y tu equilibrio emocional – nivel no físico – son por lo tanto vitales para mantener el espíritu de tus equipos bien alto, a pesar de los desafíos y problemas que enfrenten.

Y aquí entra en juego tu capacidad para permanecer atenta a tus propios cambios de humor, tus pensamientos, intenciones, conversaciones, lenguaje que utilices, acciones, nivel de energía; es decir, cómo estás gestionando los dos niveles que implica un cambio, ya que de ello dependerá que puedas establecer metas y desafíos “convocantes” y con “sentido” para todos, más allá de los que establezca la compañía para la que trabajes o los que vos misma plasmes como dueña de tu empresa.

Veamos un ejemplo de acciones – nivel físico – que te ayudarán a liderar cambios:

⇒ Reflexiona , revisa y reevalúa aquello que no esté “funcionando” bien…

Revisa periódicamente y con curiosidad qué viene pasando en tu gestión y en el clima que se vive en tu grupo. Define qué tipo de problema o desafío persistente incide directamente en la dinámica relacional y en los resultados y anótalos en un cuaderno o tabla digital. Te dejo dos ejemplos y te animo a agregar todos los que recuerdes de acuerdo a tu caso específico:
.

  1. En líneas generales, hace rato mi equipo está desanimado/resentido/distraído/no comprometido/rebelde, etc.
    .
  2. Me cuesta mucho “llegar” a conectar emocionalmente con mi gente/lograr que comprendan la importancia de trabajar en equipo/ involucrarlos en las metas/responsabilizarlos por las tareas/mantenerlos activos, etc.

⇒ Una vez definas los problemas a los que te enfrentas, crea una lista de posibles acciones que podrías tomar inmediatamente, tanto a nivel presencial como virtual, por ejemplo:

  • Convocar a una reunión semanal breve donde invites al diálogo y a la creatividad. Debes dar el ejemplo abriendo el mismo (no confundir con brainstorming).
  • Anima a tus equipos a comentar cómo se sienten al hacer esto último. Siempre tomá nota de la información que recojas en esos encuentros.
  • Exigir menos y acompañar / conectar / enseñar / servir más.
  • Escuchar más y mejor a cada miembro del equipo, tanto en reuniones como en todos los casos en que mantenga una conversación, pública o privada.
  • Solicitar ayuda inter o extra company si lo crees necesario.

En el nivel no físico y para mejorar tu forma de relacionarte, antes que nada practicá equilibrar tu mundo interno, energía y emociones.

Puedes ayudarte a través de múltiples patrones mentales disruptivos, por ejemplo con ejercicios de respiración consciente, meditación, mindfulness (plena consciencia del presente), ejercicios de relajación, yoga, QiGong, escuchando música que te agrade, bailando, practicando “grounding” (caminar descalza y tomar un “cable a tierra”), practicando expresiones artísticas, contratando a quien te ayude, en fin, lo que sea y resulte necesario.

Luego incorpora la práctica de bajar un poco tu tono de voz y de modular tu forma de comunicarte al interactuar para crear una atmósfera de interacción más armónica y sentirte cada vez mejor con el cambio. Hablar en tono afable y cálido no implica utilizar un tono “aniñado” o “falsear” la intención de conectar. Sencillamente, cambia apenas tu forma de hablar de manera que notes el efecto en las personas, que se verá traducido en más atención e interés en escucharte, etc.

Aunque al comienzo te incomode, porque naturalmente estarás entrando en “terreno desconocido” y a tu cerebro no le va a causar ninguna gracia, date tiempo y sé constante con la práctica: tu energía comenzará a expandirse a medida que te focalices sin temor en lo que vas “observando” inside-out (de adentro hacia afuera).

⇒Por último, te animo a que invites a tu gente a ser parte de algo mucho más importante, inclusivo, abarcativo y enaltecedor que simplemente lograr metas (transformación)

Los seres humanos anhelamos formar parte de algo que nos de orgullo hacer, en especial si los efectos de nuestro trabajo benefician a muchos. Algo que además nos permita hacer cosas que nos brinden satisfacción interior y nos hagan crecer.

En ese marco, puedes diseñar junto con tu personal una meta “extraordinaria”, positiva, significativa, donde tengan lugar acciones en conjunto por las cuales cada quien sienta la importancia de su papel en lograrla.

Es, en definitiva, andando sin miedo los caminos interiores como cada mujer líder se ayuda a sí misma a promover el crecimiento y el aprendizaje continuo, invitando a los demás a ser partícipes de sus respectivas transformaciones inside-out.

Al poner en práctica estas sugerencias, y tener en cuenta los requisitos que requiere todo cambio, no tardarás en notar que lograste la maestría en dominar los niveles físico y no físico de tu gestión, contarás con mucha más energía expansiva, al igual que cada miembro de tu equipo, y el efecto será replicador, porque el ambiente se transformará para bien, y junto con él, la inspiración y entusiasmo que habrás podido contagiarle a todos.

Recuerda que nada cambia si nada cambia. Sé muy bien y por propia experiencia que transformarse y transformar siempre es más difícil, pero es mucho más estimulante que no hacerlo, ya que en la vida en general, los trabajos y en especial las relaciones, lo único que permanece – paradójicamente – es el cambio.

Por eso, cambio y vida son prácticamente sinónimos…más claro imposible. Aventurarse a cambiar es un signo de madurez emocional por demás digno de las mujeres que se atreven a liderar, hoy y siempre, con alma y vida. 

Por ahora, esto es todo. ¡Cambio y fuera!


Mónica Arias para Visionarias Business, España..

El link para ver el artículo en la página de Visionarias Business es: https://visionarias.business/la-maestria-femenina-en-liderazgo-se-demuestra-andando/

Inteligencia Artificial y Emociones: nuevo cocktail que dará mucho que hablar…

Transitamos un momento histórico mundial llamado “era digital”, que en realidad se define mejor como “era digital/relacional”, porque la tecnología en todas sus variables (inteligencia artificial, robótica, realidad virtual y aumentada, etc) seguirá creciendo ad infinitum, a costa de que nuestra habilidad relacional – crecimiento del grado de inteligencia emocional – se vea estancada con o involucione, muy a nuestro pesar.

Los seres humanos somos mitómanos: nos mentimos bastante y no nos damos cuenta de cuánto nos domina el ego a la hora de interactuar con los demás, en especial cuando no nos conocemos, porque hacerlo implica un trabajo de reconocimiento de habilidades pero también de debilidades, de luces y sombras, que no muchas veces nos gusta explorar pero que es necesario integrar.

Lamentablemente, el panorama que aún persiste en muchas empresas, organizaciones e instituciones sigue siendo el mismo: los líderes en general y por la razón que sea, continúan creyendo que el cargo equivale a idoneidad, no han evolucionado a nivel emocional, y no reconocen que deberían cambiar algunos rasgos para obtener la confianza de su personal por su manera de ser y de relacionarse, y no por imposición.

Pero la realidad se impone y nos sacude: si no reconocemos que lo más importante en todos los ámbitos humanos – familiar, laboral, social, etc – es aprender a navegar las dinámicas relacionales que entablamos con otros seres en pos de mejorar nuestros vínculos, nos resultará sumamente difícil, sino imposible, crecer como personas y ni qué hablar como empresas. Esta no es una novedad, la neurociencia comprobó que somos seres 80 % emocionales y 20 % racionales, hace más de dos décadas.

De hecho, las empresas que hoy siguen creciendo son las que aprendieron a dejar atrás los mecanismos que imprimen competencias descarnadas y un marketing dirigido solo a clientes externos, se armaron de coraje y volcaron esfuerzos y recursos para detectar grietas en sus estilos de comunicación y transformar positivamente sus culturas organizacionales y consecuentes resultados.

Esa es la razón por la cual aprender a comunicar a nivel de excelencia es hoy un no negociable: porque todo comunica, y de acuerdo a nuestra forma de pensar, hablar y actuar, se fortalecen o debilitan nuestros vínculos, en especial nuestras relaciones laborales, y por ende los resultados. Históricamente, siempre fue así, pero hoy con el advenimiento de la inteligencia artificial y los estragos psicofísicos que dejó la pandemia, se nota mucho más la necesidad urgente de practicarla.

Sobre la inteligencia artificial, hay que decir la verdad: más allá de la expectativa (buena o mala) que genera, de su poder de asombrarnos y “movernos la estantería” por los miedos y la enorme incertidumbre que despierta, es un invento magnífico. Tiene tantos usos y aplicaciones como se nos ocurra, y la velocidad de respuesta es casi instantánea (ChatGPT, Adobe, etc).  Hay quienes afirman que hasta podremos contar con su ayuda para dirimir asuntos donde nuestras emociones estén en juego, que habrá tal vez una economía dirigida por ella, que millones quedarán sin empleo por su culpa y mil hipótesis más.

Lo cierto es, a mi juicio, que, tal como solía decir una querida profe hace años, “andando se acomodan los melones en el carro”, es decir, una vez que se masifique el uso de la IA, tal vez sí se pierdan empleos, pero también se generarán otros. Entonces, es genial aprender a utilizarla, actualizarse en lo que propone mientras avanza, pero no hay porqué “salirse del carril” dándole un poder sobre nuestra naturaleza que no tiene por qué tener.

A propósito de esto último, comparto este excelente video sobre la charla TED que brindó la Ingeniera en telecomunicaciones Susana Pérez Sánchez, llamada: “IA y Emociones: la importancia de la experiencia humana”. Siendo experta en el área, ella supo resumir con maestría el tema y realmente no podría estar más de acuerdo con lo que expuso en su charla.

En síntesis: hemos pasado de la era de la información a la del conocimiento, y ahora estamos atravesando la era de la transformación, o digital/relacional. Hubo un período donde estuvo de moda el pensamiento lateral, al que se sumó el brainstorming, después del design thinking, y ahora transitamos las metodologías ágiles y el advenimiento de la inteligencia artificial.

Pero más allá de las modas, la esencia que se impone es la misma: se trata de recuperar el sentido común, la reflexión que nos da claridad y nos mantiene en el centro de nuestro eje neuro-cardíaco-visceral donde habitan la calma, la razón y la objetividad, de manera que se active la inteligencia emocional indispensable para fortalecer nuestros lazos humanos y continuar con menos carga el camino de la evolución consciente que nos atañe a todos.

Si te gustó este artículo, dejá tu comentario y compartilo con otras personas. Gracias!

Mónica M. Arias.

Consultora Boutique en Comunicación de Excelencia.

contacto@monica-arias.com

IG @creceinspirando

Patrones Mentales Disruptivos

Los patrones disruptivos de la mente son, literalmente, interrupciones eficaces que realizamos conscientemente sobre nuestros “trances mentales” o hábitos psico-físicos arraigados en el inconsciente.

Todos tenemos “programas” del lenguaje y el comportamiento que nos limitan y se traducen en reacciones, acciones o desenvolvimientos “no conscientes” o automáticos.

Para lograr cambios efectivos, el cerebro cuenta con una capacidad magnífica llamada neuro-plasticidad: es la elasticidad que precisan las neuronas para ingresar nueva información y desechar la que no les sirve más.

Repitiendo ciertas acciones, reforzamos vías o caminos neuronales (redes hebbianas) que se fortalecerán a medida que las vayamos practicando (así como toda red neuronal que no utilicemos inexorablemente, se debilitará. Esta es la razón por la cual, si aprendés un nuevo idioma y lográs dominarlo pero no lo practicás, irás perdiendo la fluidez). En otras palabras: aprendizaje no practicado, se debilita.

Los diruptores mentales son inocuos y muy poderosos. Alteran los hábitos nocivos de forma simple, una vez que los reconocimos, es decir, que los hayamos traído a la conciencia (que nos hayamos dado cuenta, ¡bah!).

Además estimulan al cerebro a producir neurotransmisores (moléculas producidas por las neuronas), especialmente oxitocina y serotonina, que inundarán el cuerpo y generarán una sensación o estado casi inmediato de bienestar psico-físico.

En el cuadro adjunto y en colores – el cerebro se aburre del blanco y negro- van algunos ejemplos que podés empezar a practicar hoy mismo. Te sumo otros que no figuran en el cuadro:

ü Aprendé a distinguir los pensamientos dominan tu vida: ¿ayudan a tu progresivo cambio o te anclan en la zona de confort?

ü Cada tanto elegí un camino distinto para ir a tu trabajo/actividad. Salí a caminar y a  conocer otros barrios alejados de tu casa.

ü Cruzá varias veces al día tus brazos sobre tu pecho y dejá tus manos descansar sobre tus hombros contrarios.

ü Hacé intervalos breves en tu trabajo. Ej: focalizate en trabajar a conciencia durante 90 minutos seguidos, y luego “cortá” por 10 minutos. Repetí.

ü Fomentá la cultura de altos valores humanos y principios universales en todos los ámbitos en los que interactúes.

ü Chasqueá los dedos cuando te sorprendas “abrumado/a” o “atrapado/a” por pensamientos negativos recurrentes.

ü Permanecé en silencio varias veces al día.

ü Elegí conscientemente las palabras y frases que dominen tu pensamiento y aquellas que pronuncies (para elevarte y elevar, ayudarte y ayudar, alegrarte y alegrar)

ü Colocá de vez en cuando tus palmas en señal de rezo y a la altura de tu corazón. Esto previene y calma inmediatamente cualquier estado de ansiedad (unión de hemisferios cerebrales).

ü Amate y amá.

Cambiar hábitos es un proceso que requiere paciencia, práctica sostenida y tiempo.

Si ponés estos tres elementos en la mira, cualquier transformación personal o laboral, será posible.

El poder transformador de elegir los pensamientos

Escuchamos y leemos permanentemente que pensar bien equivale a vivir mejor. Sabemos que no hace falta convertirse en alguien “fuera” de la realidad para reconocer esta verdad – que dicho sea de paso, está científicamente comprobada hace rato – pero lamentablemente no lo creemos así. ¿Por qué será?

Una razón podría ser que seguimos pensando que no puede ser tan simple, que esto de elegir los pensamientos es una pérdida de tiempo, es demasiado “metafísico” o “tirado de los pelos”, que no se puede elegir pensar bien porque la vida no siempre es agradable (lo cual es cierto) y bla bla bla…

Así, continuamos viviendo un día tras otro como el anterior – o de manera similar – y no le damos cabida a intentar siquiera un cambio en nuestra manera de pensar, sea porque no sabemos por dónde empezar, sea porque creemos que “la realidad” nos pegó fuerte y es demasiado “dura” como para pensar distinto, sea porque no creemos que cambiar nuestros pensamientos pueda funcionar para mejorar nuestra vida…pero sí funciona.

El laboratorio de Neuro-imagen de la Universidad del sur de California – USA – ha comprobado a través de múltiples scanners cerebrales, que tenemos casi 70 mil pensamientos diarios, la mayoría negativos y repetitivos. Es decir, se han convertido en pensamientos habituales que generan nuestra rutina diaria (realidad). Y como somos criaturas de hábitos, estos pensamientos habituales nos mantienen programados mental y físicamente para pensar y hacer siempre lo mismo.

El asunto de la resistencia a creer en la posibilidad de mejorar nuestra realidad a través de la elección consciente del pensar, no debería ser minimizado, más bien, debería al menos probarse y experimentarse en carne propia antes de emitir juicios adversos sobre su efectividad.

Por otro lado, y a pesar de estas resistencias, la Ciencia – en particular la Neurociencia – y la metafísica no están hoy tan enfrentadas como lo estuvieron durante siglos. Más bien, se están complementando, aunque las resistencias a esta complementariedad sigan hostigándonos, de manera que, en vez de acercarnos con curiosidad a estas prácticas, las rechazamos de lleno solo porque “nos parecen ridículas” o demasiado “woo.woo”, no “convencionales”, poco fundamentadas, “pseudocientíficas” etc etc.

Pero tanto el ridículo – reírse de uno mismo por ejemplo – como el humor, son antídotos excelentes contra los pensamientos negativos enquistados, y pueden transmutar con mucha facilidad estados de ánimo adversos para iniciar cualquier tipo de cambio por más difícil que este pueda parecer. Y sí, queridos racionalistas, esto también está comprobado por la Neurociencia.

Una muestra del acercamiento de la ciencia a la metafísica, se puede observar estudiando epigenética (realidad por sobre la genética). El biólogo norteamericano Bruce Lipton, en su libro “La biología de la creencia” afirma, entre otras cosas, que nuestros genes no controlan nuestro destino como usualmente creímos durante siglos, sino que a través de sus investigaciones pudo concluir que es el entorno o ambiente el que influye directamente sobre nuestras trillones de células, siendo los pensamientos el origen primario de cómo “interpretamos” ese ambiente o entorno en que solemos vivir.

Para Lipton, en síntesis, los pensamientos generan una energía que se refleja en nuestro cuerpo y emociones, impactando directamente en todo el espectro de nuestra realidad, en particular en el mundo relacional – con nosotros mismos y con quienes interactuamos – único mundo que tiene sentido para evolucionar conscientemente.

Cabe aclarar que muchos de los pensamientos que nos “persiguen” y se repiten, no son conscientes. Es decir, no tenemos la menor idea de por qué los pensamos…

Provienen del área de nuestra mente más poderosa porque dirige el 95 % de nuestra vida: el inconsciente. Allí se albergan las creencias, experiencias, emociones y todo tipo de resistencias posibles, listas para “revelarse” cuando menos lo esperamos…porque bueno, el inconsciente en cierta medida es nuestro “protector” y una de sus funciones es que evitemos los “peligros” de toda novedad, para permitirnos seguir vivos.

El tema es que a veces “se le va la mano” y nos quiere ver “obedientes, estancados, quietitos, calladitos” para que esas ideas o pensamientos nuevos no obstruyan su labor de preservarnos…Si entendemos que su poder es inmenso – porque además dirige todas las funciones vitales del cuerpo sin que nos demos cuenta – habremos entendido que no hay que “contradecirlo”, sino más bien, honrarlo, darle las gracias y por qué no, re-educarlo para que nos permita crecer sin trabas inútiles, miedos exagerados o pensamientos que nos anclan al pasado.

Para cambiar los pensamientos solo hace falta decidirse a hacerlo y …nada más. Nuestro poder de decisión consciente es enorme, y cuando lo ponemos en práctica y repetimos la elección, lentamente observaremos cambios positivos. No se trata de recitar mil veces afirmaciones, aunque no está de más hacerlo si nos ayuda. Se trata de observar con atención cada pensamiento y detectar cuáles no son favorables ni nos sirven para crecer.

Estar atentos y observar cual testigo neutral – sin emitir juicios – cómo la mente teje y teje sin cesar y produce en nuestro cuerpo y psiquis efectos no deseados, puede lograrse con claridad cuando la calmamos, cuando ese “ruido” mental se reduce virtualmente a ningún ruido…Este estado se puede lograr mediante opciones diversas, muchas de las cuales son prácticas milenarias orientales: meditación, mindfulness – estar plenamente presentes – Respirar conscientemente, Qi-Gong, Tai-Chi, Yoga, Tapping, Energy healing, Grounding, etc…que constituyen patrones mentales disruptivos también avaladas por las últimas investigaciones neurocientíficas.

Cuando detectamos algún pensamiento “maleza”, la idea es elevar la consciencia (nuestro nivel perceptivo) sobre dicho pensamiento, para lo cual, primero es ideal identificar si es recurrente, y luego, anotarlo sin juicios.

Ejemplo: Hoy descubrí que mi pensamiento XX es nocivo y se repite, provocándome malestar.

Elevar la consciencia implica salirnos del patrón de pensamiento que mantiene a la mente en un círculo de repetición continua que no nos favorece. Hay múltiples formas de lograrlo, llamadas justamente “patrones mentales disruptivos” Las nombradas más arriba son algunos ejemplos, pero hay muchísimos más. Por ejemplo: practicar Arte en cualquiera de sus manifestaciones, bailar, cantar, reírse de uno mismo, etc.

Una de las prácticas más efectivas, una vez que lo hemos escrito, es leer el pensamiento “maleza” que anotamos y literalmente, desafiarlo.

Por ejemplo, podemos decirnos:

«Este pensamiento – el que detecté como nocivo y anoté antes – ¿es verdaderamente mío, es decir, soy yo quien lo piensa realmente, o tal vez provenga de alguna creencia que no logro descubrir?«

«Honro este pensamiento, provenga de donde provenga, aunque no lo considero útil en mi vida. Por lo tanto, lo descarto ahora y lo dejo ir…y en su lugar pienso este que me da más energía y me ayuda a crecer: XX (escribimos y decimos en voz alta el nuevo pensamiento)».

Es importante hacer el ejercicio sin expectativas inmediatas de sentir o atestiguar absolutamente nada. Simplemente, se realiza y luego continuamos con nuestras actividades normales. Y al volver a «descubrir» otros pensamientos nocivos, volver a repetir el proceso, y así sucesivamente…

Esto mismo puede aplicarse tanto al área personal como al mundo laboral. Cada Líder puede beneficiarse enormemente de reconocer sus propios procesos adversos de pensamiento, que le impliden acercarse a sus equipos desde el servicio, la comunicación de excelencia, el valor agregado de generar bienestar y compartirlo.

Los procesos de cambio de pensamientos pueden variar en tiempo. Hay personas que rápidamente identifican pensamientos nocivos y no sin esfuerzo pueden revertirlos. Hay otras que intentan un par de veces estas prácticas – u otras – y abandonan porque no ven los resultados que anhelan de manera inmediata. Muchas otras creen que esto es simplemente imposible, y por eso ni siquiera se molestan en leer artículos como este.

Con todo, es muy importante reconocer lo siguiente:

  • Nuestra mente inconsciente no es nuestra enemiga, sino todo lo contrario. Es posible calmarla para evitar que nos bombardee con pensamientos nocivos, que se repiten y generan la “zona de comodidad” donde el inconsciente percibe que estamos “seguros”.
  • Los pensamientos son el origen de lo que llamamos usualmente nuestra “realidad”, que siempre estará teñida de la energía que emanemos al permitirles anclar ad-infinitum ciertos estados de ánimo.
  • Cambiar nuestros pensamientos con intención de “vibrar más alto” (elevar nuestro estado de consciencia para afectar positivamente nuestro entorno) es posible, simple (lo cual no es sinónimo de fácil) y requiere solamente que estemos dispuestos a trabajar día a día en ello.
  • Requiere, además, de nuestro poder de elección y decisión consciente, de que seamos capaces de practicar de manera sostenida y continua en el tiempo los patrones disruptivos o prácticas que hayamos elegido para lograrlo, de una cuota enorme de tolerancia, paciencia y auto observación, y de darle cabida al humor a pesar de las “circunstancias” que estemos atravesando.

Pero fundamentalmente, el proceso de cambiar nuestros pensamientos y generar un bienestar mayor, requiere de mucho pero mucho amor y respeto, tanto hacia nosotros como hacia todo y todos, ya que en definitiva, nuestra “fragmentación” es ilusoria: estamos unidos – para bien o para mal – en mente, corazón y Espíritu.

Y esto último, señoras y señores, aunque no se pueda explicar o “razonar”,  también ha sido comprobado por la Neurociencia…Amén.

Oratoria Creativa: hablar en público con brillo propio.

¿En qué consiste la Oratoria Creativa y cómo se diferencia de la tradicional? Esta es una pregunta que me hicieron cuando me invitaron a brindar el taller «Cómo aprender Oratoria Creativa sin morir en el intento» para la comunidad de Visionarias Business, una revista online dedicada a las mujeres líderes del mundo con sede en España.

Va mi respuesta:

Oratoria Creativa es un estilo de oratoria que incluye la creatividad latente y única de cada persona que se anime a explorar en su interior, para crecer como disertante o para iniciarse como tal. En esto y muchas cosas más se diferencia de la oratoria tradicional, porque al ir más allá de la técnica, brinda una profunda y enriquecedora experiencia a quienes la practican. Implica un trabajo inside-out (de adentro hacia afuera) para reconocerse y explorar formas de conectar con la audiencia desde la impronta creativa única de cada quien,  por eso requiere de una apertura mental mayor para atreverse a ir más allá y experimentar la creatividad propia al iniciar este camino tan lindo y lleno de posibilidades.

Las estadísticas no mienten…


Por eso, tengas o no experiencia en hablar en público, o si sentís que el solo pensarlo te aterra, será un placer ayudarte a descubrir en tu interioridad el caudal creativo único con el que podés dar los primeros pasos para lograr la Maestría en este valioso conocimiento que hoy se convirtió en un no negociable para los líderes, sea cual sea su profesión, trabajo o simplemente si desean aprender a hablar en público de manera creativa para cumplir con una asignatura pendiente.

Si estás inetersado/a en aprender Oratoria Creativa para sumar esta herramienta de comunicación indispensable, no dejes de escribirme al email que figura en la siguiente slide o enviarme un Whatsapp al número que allí fugura 🙂

Seguridad psicológica: 5 Niveles de auto-indagación para Líderes.

La seguridad psicológica es un pilar vital para mejorar la cultura y resultados de cualquier organización.

La pandemia hizo estragos con la salud mental de la población, y los cambios de estilos de trabajo (virtual, presencial o mixto-híbrido) hizo otro tanto con los estilos de liderazgo tradicionales que ya no pueden sostenerse.

Educar a los líderes para auto-conocerse es el primer paso hacia una gestión más humana.

Autoconocerse: el secreto de los mejores Líderes.

Cuando de liderar se trata, por todos los Cielos entendamos de una buena vez que la tecnología es genial para solucionar mil problemas, y bienvenida por eso, pero nunca lo será para mejorar nuestras relaciones humanas, y mucho menos si gestionamos equipos de cualquier tamaño y en cualquier estilo (presencial, virutal o híbrido).

No hay excusas hoy para reconocer que el auto-conocimiento es el primer paso para crear confianza y seguridad, sin las cuales no es posible enfrentar los retos diarios de las dinámicas humanas en la empresa, porque la autoridad no es dada ni por un título, ni por el escalafón: SE GANA.

Podemos leer mil libros, asistier a incontables cursos o ver mil videos sobre cómo liderar de manera efectiva en este contexto histórico y terrible que nos toca vivir, pero la realidad es que las empresas que seguirán estando a la vanguardia, por cultura y resultados, son las que promueven valores no negocialbes, como la comunicación de excelencia o valorativa, la humildad, la paciencia, el diálogo y la escucha atencional de sus líderes (todo lo cual, es un combo que no muchos se animan a reconocer y menos experimentar).

Ellos aprendieron a crear ambientes diversos e inclusivos por esas razones y porque finalmente entendieron que son, antes que nada, servidores y aprendices, categorías que parecen no ser todavía moneda corriente en las empresas.

Seamos justos: si queremos mejorar nuestra gestión, y crear un «mundo mejor» , hagamos como decía la canción: «empecemos por el hombre /mujer en el espejo».

Empecemos tomando consciencia y aprendiendo a dar estos 3 pasos…





Liderazgo y miedos: un cocktail para el fracaso.

El miedo no es sonso” decía mi abuela, y nunca, mientras ella vivió y hasta mucho después que ella partió, entendí el significado cabal de esa frase. Entre los azotes de la pandemia, hoy parece que el miedo es rey, y que sus parientes, las fobias y otros estados mentales alterados, le “sirven la mesa” a un sinfín de terrores que no podemos ignorar: las personas se sienten más inseguras e inestables que nunca.

Los miedos son emociones restrictivas, contraen cuerpo, mente y espíritu. Bloquean la creatividad y todo intento de la persona en elegir conscientemente crecer. Porque el miedo “no es sonso” y el cerebro sabe que moverse hacia lo desconocido genera inicialmente y durante cierto tiempo, incomodidades variopintas: el poder del miedo es la defensa que esgrime el ego (entre otras cosas, cúmulo de nuestras inseguridades) para recordarnos cuántas creencias limitantes aún debemos reconocer y atravesar.

Por eso la realidad sigue pidiéndole a los Líderes que aprendan a explorar su mundo interno, a construir su red emocional, a basar su trabajo en elevar los estándares de su educación y puesta en práctica de principios no negociables, como la comunicación de excelencia, el Neuroliderazgo y la psicología positiva, entre otros, para generar un clima donde la gente recupere la alegría de “pertenencer” largamente olvidada, en especial por las nuevas generaciones.

Como Líder podés tener la mejor de las intenciones a la hora de volcar tiempo, energía y dinero en aprender lo que evidentemente sabés que te hace falta, y sin embargo caer en tu propia trampa cuando tus miedos toman el control.

La buena noticia es que se puede lograr una gestión exitosa esforzándote y aprendiendo. La mala, es que los miedos nunca desaparecerán. Lo importante es avanzar a pesar de ellos y junto a ellos. Después de todo, nuestro cerebro solo intenta protegernos de lo que cree es nocivo para la vida cuando opera en “zona restrictiva o de control”.

Los miedos vienen en todos los colores y tamaños. Hay para todos los gustos y para todas las generaciones: nadie puede decir que no los siente, con intensidades distintas de acuerdo a la etapa de la vida o contexto que le toque atravesar.

En la empresa, los líderes suelen tener una variante más o menos similar a esta:

Miedo al “qué dirán”, a “quedar como tonto/a”, a “no dar la talla”, a que las responsabilidades los excedan, a no saber poner límites o a ponerlos en exceso, a “fracasar”, a perder “credibilidad” como líder, al “papelón”, a que otro/a ocupe su puesto, a ser visto como una persona “no apta” para el cargo, y uno de los más importantes: el miedo al rechazo de los demás (en especial de sus superiores).

Teniendo esto presente, es clarísimo que a los líderes les resultará de gran ayuda iniciar un proceso de auto-conocimiento para lograr equipos más estables y comprometidos. Porque ninguna persona que sostenga que puede liderar a otras sin conocerse bien será, para esas personas, confiable.

Y la confianza – frágil como el cristal – no se logra de la noche a la mañana ni se mantiene sin esfuerzo. Convertirse en Líder confiable implica realizar continuas demostraciones de coherencia, dando el ejemplo y actuando según valores humanos universales, manteniendo una constante atención en virtud de preservar dicha confianza.

La neurociencia avala que somos seres 80% emocionales que emanamos y absorbemos energía permanentemente. Cuando no existe genuino interés por su personal, la energía que emanarán los líderes se captará consciente o inconscientemente por su gente, que sencillamente, percibirá la farsa y no los apoyarán.

Y esto a su vez generará más miedo en los líderes, lo cual generará una cadena sin fin de juicios de valor, hacia ellos mismos y los demás. Esto cercenará posibilidades y destruirá los sueños de concretar metas ambiciosas reales, porque cerrará un círculo vicioso que no dará nunca pie a cambiar lo necesario para crear una cultura más inclusiva, diversa y comprometida.

Decía Ludwig Borne: “El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo”.

Pero volviendo a los miedos, como dije, hay muchos y muy variados. Y cuando los enfrentamos con humor, dejan de hostigarnos y se convierten en fuentes de aprendizaje.

Veamos un ejemplo: Jia Jiang sentía un terrible miedo al rechazo, pero lejos de dejar que lo dominara, logró superarlo cuando decidió hacer una prueba que llamó “100 días de rechazos”.

En la TED Talk que adjunto, él mismo lo explica (pueden colocar subtitulado al Español desde la ruedita de configuración de Youtube, abajo, a la derecha del video).

Estimo que toda persona que lidere personal o esté en ventas encontrará este video sumamente valioso. A mi juicio, es una verdadera joya.

Cierro esta nota con un recordatorio: puede que el miedo no sea sonso, pero tal vez ya sea hora de que le demuestres quien manda aquí. Mónica M. Arias.

La insoportable levedad del liderazgo actual

Hoy les comparto el link y contenido de mi último artículo para la revista femenina internacional de negocios Visionarias, que ha sido publicado recientemente.

https://visionarias.business/la-insoportable-levedad-del-liderazgo-actual/

Uno de los problemas que más afecta actualmente a los/las líderes globales es el cambio en la forma de relacionarse con su personal, superiores, etc. Justamente, porque post pandemia, los trabajos en su mayoría se tornaron “híbridos”, es decir, gran parte del tiempo la gente trabaja en su casa y cada tanto se presenta a hacerlo personalmente en las oficinas de la empresa.

No hace falta ser una experta en psicología para reconocer que si antes de la pandemia los problemas en comunicación entre líderes y equipos eran graves y producían todo tipo de conflictos y malos entendidos, hoy el asunto es mucho peor, simplemente porque el liderazgo se vio afectado por las olas del tsunami pandémico y no reaccionó a tiempo, creyendo que “el mundo digital” sería el elixir perfecto para crear lo que por su propia naturaleza jamás podrá: mejores relaciones y como efecto, un liderazgo más fuerte, equipos autogestionables y resultados en alza sostenidos en el tiempo.

Una de las razones es biológica: existe una enorme resistencia a virar la mirada hacia aquello que se necesita cambiar para mejorar (en cualquier área) porque en el fondo nos aterra experimentar la catarata de malestares psico-físicos que irremediablemente atravesaremos al iniciar y sostener todo proceso de cambio.

Esto es así porque nuestro cerebro instintivo primitivo – primer estadio evolutivo – cree “protegernos” de estos malestares ya que su función primordial es preservar nuestra supervivencia, y por ende, nos “paraliza” o simplemente envía señales de “peligro” en forma de pensamientos recurrentes – casi siempre negativos – sobre el tema, para que ni se nos ocurra vislumbrar un camino posible de creación, es decir, de cambio.

La paradoja es que creemos que si no nos ocupamos de evolucionar, “no pasará nada”…no viviremos esta vorágine interna de emociones que nos toman por sorpresa, porque pensamos que “no hacer olas y quedarnos como estamos” nos garantizará mayor bienestar. El problema es que la neurociencia ya comprobó hace años que permanecer en nuestra “zona de confort” no solamente nos producirá la misma – o tal vez mayor – “convulsión” emocional, sino que reducirá enormemente las oportunidades de crecimiento personal y profesional, así como el desarrollo de cualquier plan, proyecto, sueño o deseo que queramos alcanzar: La evolución es inevitable y por eso, no negociable.

«Este mundo no va a cambiar a menos que estemos dispuestos a cambiar nosotros mismos». Rigoberta Menchú, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y Premio Nobel de la Paz en 1992.

Una de las ventajas competitivas más sobresalientes en la evolución del paradigma actual de liderazgo – que sigue siendo resistido por muchos – es reconocer los inmensos beneficios que aporta la mirada femenina en todo proceso de cambio, en particular, dentro de las organizaciones de cualquier tipo, tamaño y “factor RH”.

Hacer hincapié en estos aportes invaluables es vital porque es una realidad que tarde o temprano todos los líderes – varones, mujeres y del género de preferencia – deberán aceptar y aprender, dadas las condiciones de salud mental de la población post pandemia, que produjo además una disrupción impensada tanto en los estilos de trabajo, como en las formas de relacionarse, participar, crear, involucrarse, crecer, etc.

Según un informe de la Consultora Gallup International a finales de 2021, más del 60 % de la población europea sufre deterioros en su salud mental, producto de la pandemia. Ya en 2014 la Organización Panamericana de la Salud advertía que para el 2020 habría un incremento del 30 % en enfermedades mentales como el bipolarismo, el alzheimer, la depresión, etc en la población Sudamericana, especialmente juvenil. Es evidente que se quedaron muy cortos con esta proyección, a la luz de lo que sucede en Europa según Gallup. Esta realidad se sumó a la incapacidad de los líderes de empatizar con su personal, siendo estas las causas principales de la “Gran Renuncia” a puestos de trabajo, fenómeno que sigue dejando perplejas a las empresas de todo el mundo.

Algunos rasgos del liderazgo femenino que vuelcan luz a estos oscuros laberintos del management “rígido” y pobre, se reflejan en su propia naturaleza, como ya comenté en mi anterior artículo en esta misma columna de Visionarias.

Hoy quiero ir más allá, y compartir otros aspectos que indudablemente apoyan este nuevo escenario de cambios inminentes y necesarios en las organizaciones, y que atañe exclusivamente a nosotras. Porque nuestra naturaleza no está reñida con esos cambios, sino que los acompaña y sostiene, muchas veces a pesar de nuestras propias “falsas creencias”, como el pensar que permanecer en nuestras zonas de confort nos “protegerá” del riesgo de decidir cambiar (sinónimo de vivir).

Va información que ya cuenta con algunos años:

La Revista Harvard Business Review realizó una investigación exhaustiva en 2012, llamada “¿Las mujeres líderes son tan efectivas como los hombres?  para tratar de entender por qué no hay más mujeres en puestos de liderazgo, en particular en posiciones decisorias de altos mandos.

El resultado: las mujeres eran tan efectivas como los hombres al momento de liderar. Más recientemente, en 2019, la revista volvió a realizar la misma investigación y se demostró que las mujeres obtuvieron mejores puntajes que los hombres en 17 de los 19 rasgos de liderazgo propuestos por la encuesta.

Rasgos que incluyen características netamente femeninas como la inteligencia emocional – que incluye la empatía – la perseverancia, la sabiduría de sus silencios, la ambición con propósito, la posibilidad de alinearnos de acuerdo a nuestras fortalezas y una visión mucho más holística (integral – abarcativa) del impacto de nuestro nivel de comunicación y de nuestras acciones.

La perspectiva de una mujer líder es diferente porque la ciencia confirma que somos más mesuradas – equilibradas – e inclusive más neutrales que los varones en el mundo de los negocios, aunque se haya desparramado una idea totalmente diferente, como por ejemplo que nos “dejamos llevar por las emociones” en instancias de poder, y por eso NO somos “fiables”, ya que los negocios exigen personalidades “altamente racionales” (o como dice la letra de una canción de rock en mi país: “jugo de tomate frío, en las venas deberás tener”).

Pero esto, obviamente, es falso. En su reciente libro: “Dare to Lead like a Girl: How to Survive and Thrive in the Corporate Jungle”, Dalia Feldheim – ex directora de marketing en McKinsey Global- sostiene que los ejecutivos y líderes de todos los rangos, sin importar su género, pueden combatir los estragos que dejó la pandemia (altos índices de stress, confusión, hartazgo, miedos exagerados, etc), simplemente adoptando rasgos de liderazgo convencionalmente femeninos.

En un reciente artículo Dalia escribió: “La razón por la que me sentí impulsada a escribir el libro es mi propia experiencia. Durante 17 años, estuve en un estado de flujo y sentí lo que se siente trabajar con una empresa que realmente te aprecia como ser humano. Pero luego debí trabajar con un jefe que era extremadamente controlador y denigrante, y vi cómo mi desempeño disminuía porque estaba muy ocupada defendiéndome. Lamentablemente, lo que me pasó a mí es demasiado frecuente en los lugares de trabajo de hoy”.

Otro rasgo que nos distingue es que amamos la tecnología, sin permitir que el mundo digital paute nuestra vida, porque lo ponemos al servicio de mejorar nuestro networking y lo utilizamos a favor del crecimiento y la auto exploración para mejorar continuamente. Esta capacidad femenina de alinearse a una mentalidad de crecimiento sostenido, incluye el hecho de que contamos con mayores niveles de tolerancia al fracaso y al error, e integramos esto sin problema en la cultura de la que formamos parte.

También sabemos mantener la actitud positiva, esa manía de sonreír siempre (no burlonamente, sino desde las entrañas), e integramos instancias de humor en el trabajo, lo cual contagia, alegra y torna más suave la convivencia. Esto no implica que vayamos por la vida con una sonrisa de cotillón puesta cual calcomanía, o recitando frases positivas estilo mantra por acá y por allá, ni mucho menos que somos felices a tiempo completo.

Se refiere más bien a que reconocemos que cualquier obstáculo – en especial los que surgen de las interacciones diarias con el personal – se sobrelleva mejor cuando la positividad es la actitud elegida. Y también se trata de permitirnos y permitir a los demás demostrar nuestra humanidad: que las emociones surjan, que la empatía sea moneda corriente, que se genere un clima de confianza expansivo, para lo cual se requiere una cuota de coraje del que las mujeres sabemos, y mucho. De esa forma, fomentamos relaciones más duraderas y profundas.

“Para abrir nuevos caminos hay que inventar, experimentar, crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse…y también divertirse” – Mary Lou Cook , actriz estadounidense.

Grandes y exitosos líderes, como Richard Branson (CEO de Virgin Group, entre otras empresas) actúan lo que predican e incluyen el humor en su gestión: “Los clientes no son lo primero. Lo primero son tus empleados. Si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”. Estas personas no tienen ningún problema en hacer realidad lo que manifiestan, y además, demostrar los enormes beneficios que inspira en su gente un líder con buen humor. Para muestra, basta esta foto, donde se disfrazó de azafata y trabajó como tal junto a su tripulación en un avión de su aerolínea.

Hace un tiempo me entrevistaron en un programa radial cuya audiencia es en su mayoría del mundo emprendedor, y me preguntaron qué podía decirle a los líderes que estaban escuchando y que, seguramente debido a su falta de tiempo, no podían considerar o poner en práctica las sugerencias que yo había dado unos instantes atrás sobre, por ejemplo, que  deben estar al servicio de su personal, acercarse a cada miembro del equipo con humildad, inspirarlos a crecer, escucharlos atentamente, estar atentos a sus necesidades, conocerlos más, aprender sobre la realidad de sus vidas, ambiciones personales, sueños, composición familiar, gustos, etc ,

Le respondí que ese es justamente uno de los motivos que impiden el cambio de paradigma; la enorme resistencia – plasmada en excusas para reconocer la propia ineficiencia – a barajar y dar de nuevo, y aprender nuevas formas de liderar que siguen probando ser exitosas, como los modelos instaurados por líderes mujeres.

Por otro lado, muchos esgrimen que practicar la empatía con el personal – que no solo implica ponerse en lugar de los demás, sino hacerlo con genuina curiosidad de saber en qué podemos ayudar – puede “desdibujar” la autoridad del líder, porque al mostrarse vulnerable pueden verlo como alguien “débil” para cumplir su rol. Pues esto también es falso. Innumerables estudios, entre ellos los que llevó adelante Brené Brown, socióloga y escritora estadounidense, lo desmienten rotundamente, afirmando que abrazar la imperfección y la vulnerabilidad son rasgos de gran dignidad de parte de los líderes, y que sin ellos no será posible poner en práctica una dinámica relacional sana, valiosa e inclusiva: así lo sostiene en sus dos libros imperdibles: “Dare to lead: Brave work. Tough conversations. Whole Hearts” y “El poder de ser vulnerable” en idioma Español.

En definitiva, estamos ante un punto crítico y de inflexión, donde las preguntas surgen y golpean, pero la oportunidad no puede dejarse pasar, ya que dependemos todos de que aprendamos a hacer las cosas un poco mejor cada día. Suena naif, lo sé, pero es tan real como la mismísima realidad que hoy por hoy no nos da respiro.

Si el mundo del management global se toma en serio esta oleada de renuncias masivas y el impacto que dejó la pandemia en la salud mental, realiza un insight profundo y comienza a asimilar aprendizajes que mejoren su performance, las mujeres líderes podemos señalar el camino y de hecho, debemos hacerlo. Creando instancias que apoyen a quienes sean responsables de personal en cualquier parte del mundo, capacitando y enseñando que “lo femenino” en los negocios es hoy más que nunca no solamente necesario, sino absolutamente imprescindible.

Porque después de todo, como decía Anais…

“La vida se reduce o se expande en proporción directa a nuestro coraje.” Anais Nin, escritora franco-norteamericana. (1903– 1977