¿TECH O NO TECH? ¿CUÁL ES LA CUESTIÓN?

“En el camino primigenio de la evolución, el Hombre – situado en medio entre lo abstracto, inmaterial y superior del espíritu, y lo tangible e inferior de la materia – estaba llamado a realizar el trabajo fundamental de elevar la materia desde lo inferior y convertirla en superior por medio de su poder creativo. (…) Si bien la evolución del Hombre se detuvo, conservamos aún vestigios de aquel camino en el arte y la artesanía. El escultor, por ejemplo, lleva la materia de una piedra (tangible e inferior) a lo abstracto del símbolo (inmaterial y superior), significándolo a través del poder creativo. Lo mismo el artesano que de un montón de barro forma una vasija”.  

Extractos editados del Proyecto “El dolor referido y el poder creativo” del profesor Hugo Pérez Santángelo (se incluyen varios párrafos editados con autorización del autor).

Estas palabras del querido Hugo tienen forma de daga afilada. Una que corta preconceptos, modas, tendencias y cualquier otro artilugio que sobre la tecnología como “avance evolutivo” del hombre se pretenda exponer (o imponer).

Desconocer las inmensas ventajas y beneficios que los avances tecnológicos nos brindan en virtud de mejorar nuestra calidad de vida – por ejemplo, en relación a los diagnósticos, inventos y tratamientos médicos en general – es no poder o no saber mirar hacia atrás la propia historia y la de la humanidad, con ojos compasivos y una cuota enorme de sobrecogimiento por quienes nos precedieron, y tal vez de admiración por nuestros congéneres.

Por otro lado, es un hecho que lo exponencial convive con lo que no puede – ni debe – crecer tan rápido, arrogándose una superioridad totalmente artificial, es decir, inexistente. En otras palabras: la tecnología convive con los seres humanos, lo cual no sería un problema si no se le la hubiese “coronado” elevándola a una categoría superior a nosotros – inventada vaya a saber por quienes – y que sencillamente no puede alcanzar por sí misma, porque carece de esencia. Es una invención humana, tanto o más falible que el hombre mismo, sin embargo, atestiguamos permanentemente un sinfín de elogios y apoyos de lo más variados que sostienen exactamente lo contrario.

¿Por qué muchos creen – aquí y en casi todo el mundo – que lo tecnológico es tanto o más importante que la propia humanidad, nuestro sentido del Ser y nuestro magnífico poder creativo, concedido en escalas supremas por obra y gracia divina únicamente a los de nuestra especie?

¿Realmente es tan vital para nuestra evolución estar pendientes de “ir a la vanguardia” en asuntos tecnológicos? ¿O así nos lo quieren “hacer creer” los que “saben”?

Veamos cuál es la mirada de Hugo P. Santángelo sobre el tema, por demás interesante y absolutamente iluminadora:

“La creencia moderna de que cuanta más tecnología posea el hombre civilizado, más evolucionado es, carece de fundamento (…) En el camino de la civilización el hombre no evoluciona, sino que va vaciándose progresivamente de su humanidad (…) Poco a poco y debido a esa sensación de vacío, su vida comienza a carecer de propósito y significado: se vuelve una vida “manejada” y “sometida” por los medios. Su vaciamiento (deshumanización, pérdida de valores) no lo convierte, por oposición de civilizado, en hombre salvaje o animal:  lo torna gradualmente en un robot programable (…) De esta manera, habiendo dirigido su poder creativo (superior, abstracto, espiritual, inmaterial) hacia el sometimiento de lo inferior (materia) en el afán de alcanzar su plenitud, el hombre se va quedando vacío de humanidad y sometido a los medios que el mismo ha creado (tecnología)”.

Cuando leí este párrafo, recordé las palabras del genial Eric Fromm: “El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots”.

En efecto, las consecuencias del abuso y dependencia de la tecnología son sumamente adversas y comprobables. No solo se ha instalado en las sociedades una nueva enfermedad – la demencia digital (daños importantes, algunos graves, en el cerebro y la psiquis)- sino que somos testigos de las tremendas tasas de suicidio, bipolarismo, depresión, agorafobia y otros estragos directamente relacionados con la virtualidad, entendida esta por muchas personas como la única “realidad”. (Debatir qué es o en qué consiste “la realidad”, que dicho sea de paso para Eric Fromm “nunca es simple”, no es la intención de quien escribe este artículo).

Se deduce entonces que el poder creativo es, junto con nuestro poder de elección consciente, uno de nuestros mayores poderes, porque es inherente a nuestra esencia humana. Como lo afirma el actor británico Ethan Hawke en el siguiente video subtitulado al Español: “Date permiso para ser creativo”:

Ahora bien, si por un lado la tecnología nos ofrece hoy más beneficios que en el pasado – en salud, prevención de enfermedades, avances científicos, etc – medibles en retrospectiva, y que prácticamente nadie puede ignorar, y por el otro, el uso sostenido de sus manifestaciones materiales (celulares, tablets, PCs, etc) provocan impactos adictivos en la psiquis que repercuten también en el cuerpo, deberíamos concluir que una posible respuesta a la pregunta del título estaría dada en un “término medio”, o espacio de equilibrio en cuanto a su uso, consumo, etc.

Es decir, la tecnología no es ni tan buena ni tan mala. Es necesaria, sí, pero NO es superior a un Ser humano pensante y creativo, que hace uso de sus facultades para reflexionar sobre la realidad y se reconoce en sus propias creaciones, seas estas cuales fueren.

Continúo citando a Hugo P. Santángelo:

“El dolor referido, para la medicina, es aquel dolor que se percibe en un lugar diferente a aquel desde donde irradia el estímulo doloroso (…) Es un dolor psicosomático, que en el caso de la relación hombre-tecnología, se produce por la aceleración y/o multiplicación del avance tecnológico y ante el cual el sistema nervioso reacciona inconscientemente produciendo un bloqueo de la percepción sensorial denominado narcosis por extensión (respuesta inconsciente y automática al dolor referido). La narcosis por extensión es una forma de anestesia psicosomática propia de las sociedades tecnificadas, que se manifiesta como una separación psico-física y emocional entre los individuos, y entre el individuo y el medio natural. Esta separación es la raíz fundamental del narcisismo. En su libro “Understanding Media: The extensions of Man”, McLuhan dedica su capítulo llamado “Narciso, el enamorado de los dispositivos”, a esta respuesta inconsciente, basando su análisis, al igual que Freud y Lowen, en el mito griego de Narciso. Una primera relación entre el narcisismo y la tecnología es que esta última, siendo un agente de separación – un medio que separa y transforma los eventos de la realidad circundante antes de que estos eventos alcancen la percepción – aísla al individuo al rodearlo de extensiones tecnológicas percibidas como propias. De esta manera el individuo queda, al igual que Narciso en el mito, fascinado con su propia imagen, que es en realidad una metáfora de esas extensiones percibidas como propias”.

Tremendo. Cuando leí que Ray Kurzweil – Director de ingeniería de Google (Singularity University) había afirmado que: “La inteligencia artificial creará arte tan bien o mejor que los humanos. Las computadoras ya escriben historias, componiendo música y pintando cuadros, y es sólo cuestión de tiempo que lo hagan como nosotros”, algo dentro mío quiso gritar ¡NO!, pero no tenía argumentos “racionales” para explicarme a mí misma ese “estar en contra” ni tampoco sabía poner en palabras lo significativo de mi NO grande como una casa.

Conocer el Proyecto que Hugo Pérez Santángelo llevó adelante en varias escuelas de la Provincia de Córdoba, República Argentina, y leer su trabajo de campo (dirigido en particular a los adolescentes, supuestos consumidores de más tecnología) fue revelador y enriquecedor: dio por tierra ese preconcepto, porque los jóvenes alumnos plasmaron en sus propios y geniales ensayos hasta qué punto su vida se ve afectada negativamente por el uso incesante de teléfonos inteligentes y otros dispositivos, y por la tremenda dependencia de las redes sociales, inclusive en los propios padres y adultos de la familia.

Dice Pérez Santángelo sobre los dichos de Ray Kurzweil: “De tal afirmación se deduce que el arte sería una combinatoria de contenidos lógicos y racionales, que responden a un algoritmo o programa y que en ello no hay elementos intuitivos, inconscientes o irracionales. El arte queda entonces reducido a una expresión mediática en donde la perfección técnica se coloca por encima de lo sorprendente, lo auténtico y lo “loco”. El valor sanador del arte se pierde para convertirse en “contenido de entretenimiento”.

Me pregunto…¿será por eso que los grandes gurúes de Silicon Valley, a pesar de dichos como los de Kurzweil, hace ya varios años restringen a solo un par de horas semanales el uso de celulares, tablets o computadoras a sus propios hijos? En casa de herrero…

Bien, hasta aquí, el lector tiene planteada la “otra campana” que el avance tecnológico supone, desde un punto de vista netamente humanístico y real, con investigaciones que avalan las palabras y reflexiones aquí expuestas.

La tecnología continuará su camino de desarrollo exponencial. Las personas disfrutaremos de las extensiones que nos provee, con seguridad. Aunque lo más importante es reconocer en todo momento que somos seres 80 % emocionales, y solo 20 % racionales. Esto implica que nuestro mundo emocional, tantas veces bastardeado, es en realidad la materia prima de nuestro camino de evolución consciente. Además, somos seres relacionales, nos necesitamos. Es relacionándonos con nosotros mismos y con lo demás como aprendemos a evolucionar. Aprender este arte lleva tiempo, suma paciencia e interacción personal, es un camino no libre de bifurcaciones, atajos y contradicciones, pero absolutamente vibrante.

Tarea que lleva tiempo, compromiso, voluntad, paciencia e interacción personal, para ir aceptando las paradojas de la vida, las nuestras y las de los otros.

En síntesis, los dispositivos tecnológicos – y sus hermanas, las redes sociales – llegaron para quedarse y es preciso convivir con ellos. De ahí su importancia en aprender a usarlas en su justa medida. Sin embargo, aunque nos maravillen con espejitos de colores y conversaciones instantáneas con otros seres del mundo impensadas en otra época, o nos hagan creer que crear “un grupo de pertenencia virtual” (o cualquier otra cosa) es sinónimo de fomentar relaciones humanas, jamás podrán si quiera imaginar lo que nuestros espíritus son capaces de crear, cuando reverenciamos nuestra esencia de ser humanos por encima de todo.

Me despido, deseándote buena vida, y con un video que ya tiene varios años pero hoy está más vigente que nunca: «Look up» , «Levanta la mirada».

Comunicar es crear mundos…¿Qué mundo estás creando en tu empresa?

Hoy hablamos de pre y post pandemia y de trabajos “híbridos” (parcialmente online y presenciales) como parte de la “innovación” laboral que se cierne en las empresas. Y es cierto, el mundo cambió y hay que adaptarse. Pero más allá de conocer parte de los impactos que produjo la pandemia y aplicar herramientas para navegar mejor los cambios, lo más importante es darnos cuenta de lo mucho que todavía es preciso renovar, cambiar, mejorar en cualquier cultura organizacional, es decir, en nuestra dinámica relacional.

Comunicar es crear. Por eso, la respuesta más auténtica que des a la pregunta que figura en el título te dará la pauta del siguiente cambio que vos y/o tu empresa necesitan afrontar, aún con miedos, incertidumbres y dudas, “tomando el toro por las astas” y poniéndose en marcha. Todos los seres humanos podemos y queremos crecer, aunque no lo reconozcamos. Y siendo seres sociales, precisamos de los demás para lograr ese crecimiento y también necesitamos ser guiados por líderes amables, que nos conozcan y aprecien. Que no se cansen de escucharnos y nos apoyen en cada etapa del proceso de cambio que sea preciso encarar. En síntesis: en el fondo anhelamos pertenecer, y sentir al mismo tiempo que somos únicos: ese es el gran desafío de la comunicación inclusiva y de los líderes que estén dispuestos a practicarla.

Algunos “gurúes” dan consejos y sugerencias como si ya hubiésemos aprendido – y dominado – las enseñanzas del virus que sigue haciendo de las suyas. Por ejemplo, la mayoría de estas sugerencias apuntan a mejorar los medios tecnológicos que se usan en las empresas, a saber: cómo “seducir” a un cliente vendiendo sin vender; a dominar la “interacción productiva” en redes sociales y lograr más “likes” o “seguidores”; a “estar a la vanguardia” de los nuevos “espejitos de colores” – la mayoría tecno – que salen de la galera de la noche a la mañana, etc.

Sin embargo, y a pesar del zarandeo que nos perpetró la reclusión y sus innegables efectos colaterales, aún la mayoría de las empresas no parece darse cuenta de la imperiosa necesidad de transformar su cultura, de los niveles de alto stress que padecen sus empleados, ni de los problemas graves en comunicación que todos los integrantes de su organización padecen – comenzando por los líderes – que se agravaron sin ninguna duda con el coletazo que dio el dragón Covid-19.

A continuación, en una simple mirada verás solo algunas de las causas de los desajustes relacionales en las empresas, y también algunas vías de posible solución.

Verna Meyers, VP Inclusion Strategy de Netflix, asevera: “La comunicación es fácil…siempre que te estés hablando a vos mismo/a”.

Gran verdad. Porque cuando comunicar involucra hablar con los demás, el asunto puede resultar muy complejo – en especial para quienes desean ser comunicadores especializados en espacios y culturas que promueven la inclusión. Además, el proceso comunicacional se gesta y perfecciona, como todo arte, a medida que se practica, si es posible diariamente.

Van seis sugerencias para poner en práctica ya mismo, que te pueden ayudar a mantener un flujo de comunicación genuina e inclusiva en tu trabajo.

Convertirse en un/a comunicador/a inclusivo/a NO es un proceso libre de errores.
La perfección no es sinónimo de conexión. Y mucho menos de excelencia. Si estás creando una atmósfera inclusiva, también estás en el camino de sentir y aprender a regular tus emociones, demostrando cuando es necesario, también tu vulnerabilidad. Es el camino de vivir en carne propia un posible papelón, un error, etc. Y es permitirte y permitir las equivocaciones para seguir creciendo. No es tarea sencilla, sin embargo, este sendero está lleno de oportunidades y afianzará tus relaciones, brindándote una perspectiva expansiva e inclusiva cada vez mayor.

No asumas absolutamente nada.
Tratá a las personas como lo que son: personas. Increíble que haya que dejarlo por escrito, pero hoy más que nunca es más que una necesidad, es una obligación. Es preciso que sepas que cada quien puede pertenecer a grupos con los que comparten identidad, gustos, pensamientos, cultura, desafíos, etc. que no necesariamente coincidan con los tuyos, o tal vez que no tengan absolutamente nada que ver con tu visión del mundo, experiencia, forma de pensar, etc.  No asumas que cada persona es una representación o estereotipo de un grupo que “encaja” en tu cuadro mental de creencias. Sé un/a oyente empático/a, esa es la clave.

Dejá de aparentar que te las sabés todas.
Ay Dios, este es un mal para el que parece no haber cura en las empresas…La realidad y cientos de estudios de famosas universidades indican que uno de los conocimientos que  más favorece la inclusividad es asumir que NO lo sabés todo. Decir : “No sé” encierra en sí mismo un enorme poder. Permanecer humilde y considerado con todos implica ser transparente con vos mismo/a en primer lugar: saber dónde están tus propios puntos ciegos y trabajar en vos para iluminarlos es el primer paso.

Pedí disculpas cuando cometas errores: Siempre. No dejes pasar oportunidad de demostrar tu equivocación. Practicá dejar de usar tus errores como excusas para suspender lo que vos mismo/a hayas establecido o dispuesto llevar a cabo o cambiar

Pequeños grandes gestos: Hay movidas que parecen demasiado simples para ser consideradas valiosas en una cultura laboral. Sin embargo, su poder radica en ponerlas en práctica. De esa forma se tornan en gestos invaluables. Por ejemplo: Decí “hola” sonriendo, y “gracias” tan a menudo como sea posible, en especial a la gente que no está por encima de tu rango. Aprendé los nombres de las personas y memorizalos. Trabajar sobre estos puntos sienta las bases para hacer la diferencia en tu gestión.

Aprendé a hacer preguntas abiertas sin juicios y con más cortesía, que inciten a participar y erradiquen miedos infundados:
Ejemplos:

¿Qué opinás sobre esta situación/ sobre lo que pasó, etc? –
¿Cómo podríamos hacer esto de forma diferente la próxima vez para obtener mejores resultados?
¿Cuál es la enseñanza más valiosa que te/nos dejó esta experiencia?

Compartí con tu personal información sobre cómo acceder a recursos valiosos. Esa es la única forma en que podés estar seguro/a de que tus prejuicios no están corrompiendo tus decisiones en la dinámica diaria de tu gestión.

La comunicación inclusiva se trata de ir desde los deseos y la buena intención de los líderes de cambiar las cosas que ya no sirven, hasta lograr concretar las buenas acciones y procesos que efectivamente cambiarán esas cosas. Pero todos, empezando por la persona con mayor jerarquía, hasta el empleado más raso, deben «subirse al bote». Esa es la razón por la que debés chequear diariamente qué mundo estás creando en tu empresa.

De otra forma, las organizaciones se «maquillarán» con los trainings del momento, para luego volver a viejos esquemas de trabajo y paradigmas que ya no es posible sostener a la luz, no solo del «nuevo mundo» que implantó la pandemia, sino de lo que las fuerzas laborales están reclamando desde hace más de una década: espacios inclusivos, diversos, alegres, regidos por valores humanos, y líderes comprometidos a encarnar ese reclamo.

Si querés gestar una cultura organizacional realmente inclusiva y diversa, sin estereotipos, necesitás anclar estos procesos con altos valores humanos y conversaciones transformacionales, donde como siempre hago hincapié, el/la primero/a en dar el ejemplo como Líder tenés que ser Vos..

¿Estás listo/a?