Tercer NO negociable del nuevo paradigma en liderazgo: Mayor transparencia, humildad y vulnerabilidad.
Innovación tecnológica y en la manera de relacionarnos, disrupciones continuas, sentimientos de fragilidad ante cambios inminentes, decisiones que no siempre llevan a buen puerto…y mil situaciones más suelen apremiar tu desempeño y la calidad de tu gestión, lo que a su vez inunda tu interioridad – tu alma o como te guste llamar a tu esencia o Ser – con una batería de sensaciones contradictorias y ambiguas, que te debilitan.
No todo líder tiene, sea por experiencia o por personalidad, la capacidad de atravesar estos estados y asumir su rol decisivo sin perturbarse. Se requiere fortaleza y equilibrio emocional, convicción, claridad, y una alta dosis de conocimiento para lograr una buena gestión, de manera que las personas se muevan hacia el objetivo planteado y produzcan resultados.
Sin embargo, fortaleza interior y equilibrio emocional ya no son suficientes. Hoy se hace imprescindible liderar con mayor transparencia, humildad y vulnerabilidad. Es un gran cambio – para muchos totalmente radical – en la forma de comunicarse, presentarse y accionar. Requiere altas dosis de paciencia, tiempo y perseverancia para experimentar otras formas de gestionar personas, mucho más arraigada a los valores humanos propuestos en el punto 2 del nuevo paradigma en liderazgo que compartí hace unos días en mi blog y las redes sociales.
¿Por qué es importante aprender a liderar con mayor dosis de transparencia/humildad y vulnerabilidad? te preguntarás…Porque si bien no se puede ser 100 % honesto – quien diga que lo es miente – sí es crucial que como responsable de un equipo o familia, salgas si es posible hoy mismo de patrones de comportamiento y relacionamiento tóxicos, restrictivos, que imponen en vez de seducir y educar, que engendran miedo en lugar de colaboración y acercamiento, y que por lo tanto no ayudan en absoluto a lograr más confianza entre quienes liderás.
Por ejemplo:
1-Mayor transparencia: Si vivís contradiciéndote permanentemente, o decís una cosa y al día siguiente otra, y al mismo tiempo le exigís a tu equipo que sea “coherente” en el cómo y cuándo trabaja, necesitás aprender a liderar con mayor transparencia, simplemente porque no estás reflejando un estilo inspirador, sino todo lo contrario.
2-Mayor humildad: Si considerás que sos quien tiene “todo bajo control” y «no hay nada más que puedas aprender», que podés darle “cátedra” a tu gente día a día sobre cómo y porqué hacer las cosas como vos lo indicás, si no escuchás opiniones divergentes ni animás a tu gente a abrirse al diálogo fecundo, no solo para conocerlos más, sino para que logren entre todos solidez identitaria, deberías ser mucho más humilde y reconocer ante ellos lo contrario a todo lo expuesto.
3- Mayor vulnerabilidad: Al contrario de lo que creen muchos, la vulnerabilidad del/la líder no lo/la hace débil. Esta es una creencia errónea, arraigada en el anterior paradigma de liderazgo que implicaba una ruptura total con el mundo emocional en las empresas. Hoy esta creencia es obsoleta y decadente, y la ciencia ha demostrado su enorme ineficacia, en particular al liderar personas. Si pensás que mostrarte vulnerable ante tu gente es una señal de debilidad, te equivocás. Porque al hacerlo habrás demostrado una verdad inexpugnable: que sos un ser humano como los demás.
Toda esta batería de beneficios que obtendrías siendo más transparente, humilde y vulnerable, está avalada por la neurociencia. En efecto, somos un cocktail químico, cuando aprendemos a “bajar un cambio” y a “leer” qué nos “devuelve” la realidad sin juzgar ni juzgarnos, ganamos terreno ya que nuestras neuronas comenzarán a crear nuevos caminos (llamados redes hebbianas) y suplirán, con la práctica sostenida de valores, a los caminos neuronales anteriores que forjaron el paradigma por el cual hoy esa realidad que estás “leyendo”, observando y viviendo no te gusta.
Por supuesto, no vivimos solamente por virtud de nuestros cerebros, aunque ellos tengan la mayor responsabilidad del funcionamiento total de los órganos y de múltiples funciones del cuerpo. La realidad es que somos seres ultra complejos, tenemos una mente que piensa y puede aprender, que sigue siendo un misterio para la ciencia, y contamos con el mayor poder sobre las otras especies: el poder de elección consciente. Y como si fuese poco, somos además conscientes de contar con un alma o espíritu que puede sentir y de la cual podemos aprender muchísimo, cuando sabemos sintonizar con ella. Los valores nos dan luz verde para lograr esa conexión, única para cada quien, pero que se “comprende” perfectamente por cualquier persona.
Si tu personal no te responde como quisieras, no lográs relacionarte bien ni lograr la confianza necesaria, o tu gestión está opacada porque la productividad intermitente te abruma y no podés descifrar qué puede estar pasando, comenzá por hacerte estas tres auto-preguntas poderosas:
1-¿Cómo me beneficiaría si a partir de hoy pudiese contar con equipos motivados, comprometidos, y dispuestos a seguir mis indicaciones? Detallar.
2-¿Cómo impacta o impactará en mi gestión y resultados no contar con este tipo de equipos? Detallar.
3-¿Qué miedo/s puedo estar sintiendo que me impiden ser más transparente, humilde y vulnerable? Detallar.
No hay respuestas correctas o incorrectas. Toda auto-pregunta poderosa es auto-reflexiva, y por lo tanto requiere que te tomes el tiempo necesario para ser lo más honesto/a posible para «rumiar» en tu interior cada una de ellas.
Los beneficios serán enormes, y empezarán por tu sensación de mayor bienestar psico-físico, o estado de homeostasis, ya que tus lóbulos pre-frontales comenzarán a “inundar” tu cuerpo con células llamadas neuro-transmisores que literalmente “te transmitirán” físicamente más bienestar y psicológicamente una mayor apertura emocional.
Gestión inspiradora, es una frase actual que cambia la perspectiva de los líderes. Te animo a crear la tuya. Enviame un correo a contacto@monica-arias.com y te cuento cómo.
¡Buen fin de semana! Mónica